A la entrada de la sala de emergencias se aglomeraban varias personas.
Incluso Diego estaba allí.
—¡Tía!
Se lanzó a mis piernas, asustado: —¡Vi a un villano llevándote! Me aterró.
—Menos mal que tío es fuerte y te trajo de vuelta, aunque él se haya lastimado.
Secándose las lágrimas, dijo: —No sabía que tío podría quedar así…
Yo tampoco lo había imaginado.
Al final, todo era culpa mía.
—¿No has dormido a esta hora?
Yolanda explicó: —Sí durmió, pero como no te había visto, se preocupó. Al despertarse, corrió a buscarte.
Le acaricié la cabeza con ternura: —Eres muy amable.
Olaia me dio una palmadita en el hombro: —Ustedes charlen. Iré a hacer unas llamadas de trabajo.
—¿Pasó algo en la empresa tan tarde? —pregunté.
—No, puedo manejarlo todo. No te preocupes.
Olaia me dijo: —Estaré cerca; si necesitas algo, llámame.
—Está bien.
Asentí: —Tú ocúpate de lo tuyo. Aquí tengo a Diego.
Diego se golpeó el pecho: —¡No te preocupes, yo estoy aquí!
—Bien —Olaia se sintió un poco más tranquila y se al