—Vino el abogado. Y… también el señor Donovan Ainsworth.

El puro casi se le cayó de los dedos.

—¿Qué dijiste? —murmuró Alphonse, incrédulo.

"¡¿Otra vez mi maldito tío viene a molestarme?!"

Pensó ese hombre. Pero antes de que pudiera decir algo más, el abogado Black entró. Su semblante serio era el mismo de siempre, aunque se notaba un aire de tensión.

Y justo detrás de él, apareció Donovan.

El aire se volvió pesado. El sonido de los pasos sobre el mármol se escuchó nítido.

Tap~ Tap~

Donovan vestía un traje negro, impecable. A su lado, caminaba un hombre mayor, alto, con bastón de madera pulida y una expresión firme, seria: Sebastián Ainsworth.

Alphonse se quedó helado. Su voz tembló.

—A… abuelo… ¿qué haces aquí?

Sebastián sonrió levemente. Su voz era grave, serena.

—Tenía que verte, muchacho —dijo mientras avanzaba con pasos lentos—. Eres mi nieto. También eres familia.

Donovan lo ayudó a llegar hasta un sillón frente a Alphonse. Sebastián se sentó con ca