✧✧✧ Dos semanas más tarde. En Brighton, Inglaterra. ✧✧✧

El aire era fresco. Salado. La brisa del mar rozaba las calles con suavidad, arrastrando ese aroma húmedo que solo las ciudades costeras tienen.

Las gaviotas sobrevolaban el cielo nublado y azul, y en la distancia se oía el rugido constante de las olas chocando contra las rocas.

El sol del atardecer se filtraba entre las nubes, tiñendo el horizonte con reflejos dorados. Ahí, imponente, frente al mar abierto, se alzaba el "Grand Brighton Imperial Hotel", propiedad de la familia Ainsworth.

Era un edificio majestuoso, de muros blancos y ventanales amplios, con balcones decorados con barandas de hierro forjado y cortinas que se mecían suavemente con el viento.

El coche negro se detuvo frente a la entrada principal.

Rosalind bajó primero. Sus ojos azules se abrieron con asombro.

—Oh, por Dios… —susurró la mujer, maravillada.

Donovan descendió tras ella, con esa elegancia natural que parecía acompañarlo siempre. El traje oscur