La vergüenza la invadió y ella se separó un poco, aunque sus cuerpos seguían juntos, cálidos; sus labios temblaban con cada respiración acelerada, y su pecho subía y bajaba con un ritmo que la traicionaba. Un cosquilleo intenso recorrió su intimidad, haciendo que su deseo se hiciera evidente, aunque le provocara culpa.
Pensó en Donovan, en si la amaba de verdad o si solo estaba cumpliendo su naturaleza dominante, grandiosa, protectora… o si la veía simplemente como un medio, un instrumento, alguien que podía darle un hijo y nada más. La duda la atravesó, pero no pudo evitar susurrarle con voz temblorosa:
—Deberíamos detenernos…
Donovan la miró, serio, como si intentara leer su mente. Exhaló profundamente y se alejó unos pasos, creando espacio.
El silencio se hizo pesado, casi doloroso.
El miedo de haberlo enfadado le apretó el pecho. ¿Tal vez había ido demasiado lejos…? Y en ese instante, sin pensarlo, lo detuvo de la mano. Con un empujón suave, ella cerró la puerta.
¡Clank!
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