El vestíbulo estaba decorado con flores blancas y luces doradas que formaban un camino hasta el gran salón principal.
Rosalind apretó el brazo de Donovan con suavidad.
—Parece un sueño… —susurró ella.
Él sonrió.
—Y tú lo haces realidad.
Tap~ Tap~ Tap~
Avanzaron por el pasillo principal. Los asistentes se apartaban con respeto, observando a la pareja Ainsworth con admiración y curiosidad.
…………..
El Marine Crystal Hall relucía.
Las columnas, revestidas de cristal azul y plata, reflejaban los destellos de las lámparas colgantes.
Las copas de vino tintineaban aquí y allá mientras los invitados, reunidos en pequeños grupos, conversaban sobre negocios, arte y el rumor de la noche.
En la pared central, aún cubierta por una tela blanca, se alzaba el mural de Rosalind. Nadie sabía qué había detrás, pero todos aguardaban el momento de la revelación.
Rosalind miró a su alrededor. Los dedos le temblaban levemente; Donovan lo notó y los rozó con la suya, en un gesto discreto y tranq