El murmullo del público se atenuó cuando Donovan levantó la copa. El reflejo del champagne brilló bajo las luces del Marine Crystal Hall, y su voz profunda se alzó con elegancia.
—Por los sueños que construimos… —dijo, mirando a Rosalind—. Y por quienes los hacen realidad.
Las copas tintinearon al unísono.
Cling~
El sonido se expandió entre risas y aplausos. Rosalind alzó su copa con una sonrisa serena, rozando con la suya la de su esposo.
Por un instante, todo parecía perfecto: los invitados charlaban, las luces del salón danzaban sobre las superficies de cristal, y la orquesta al fondo comenzaba a tocar una melodía suave de violines y piano.
Donovan tomó un sorbo.
Rosalind apoyó su copa en la mesa, observando con ternura cómo él intercambiaba algunas palabras con el Ministro de Turismo y un par de directivos del conglomerado.
La velada avanzaba con armonía.
El espectáculo de entretenimiento comenzó en el escenario: una presentación artística con bailarines vestid