C18: Olvídate de este hijo.
El celular de Ámbar no dejaba de sonar sobre la mesa.
—Creo que será mejor que le diga la verdad a Alaska de una vez—declaró Ámbar—. Apuesto a que reaccionará fatal… tal vez ni siquiera me crea. Pero si planeas presentarme como tu esposa, no puedo seguir con esta mentira.
—Haz lo que creas correcto —replicó Raymond con seriedad—. Confío en tu criterio.
Ámbar tragó saliva y tomó el teléfono.
—Vaya, hasta que por fin te dignas en responder —articuló Alaska—. Deja de ignorar mis llamadas, Ámbar. Quiero saber cómo está mi bebé, así que mañana iremos a hacerte un ultrasonido.
—No, Alaska. Necesito que nos veamos mañana en una cafetería. Tenemos que hablar, es sobre el bebé. Después de lo que te diga, dudo que quieras hacer el ultrasonido.
—¿Qué estás diciendo? ¿A qué te refieres?
—Ya lo sabrás. Te veo mañana a las nueve —después de decirle el lugar, cortó la llamada.
*****
Al día siguiente, cuando Ámbar llegó a la cafetería, encontró a Alaska esperándola con una expresión de fastidio.
—Ll