Geraldine.
Si alguien le hubiera dicho hace un mes y medio atrás que su vida daría una vuelta de tuerca muy significativa y que conocería al hombre que sacudiría su corazón, tal vez Lucía se hubiera reído por una semana completa… Bueno, no hubo risa, pero sí llanto.
Toda su vida se modificó y a raíz de esto, también su rutina. Cambiar los horarios de la escuela, ir a almorzar, a cenar, a “citas”, visitar la clínica… Toda su vida giraba en torno a una persona: Parisi Logan. Básicamente, Lucía estaba viviendo una vida que no era la suya, que no le pertenecía, que solamente era producto de un chantaje, que solamente era por un tiempo limitado.
Las mentiras y engaños siempre vienen con fecha de caducidad y Lucía era muy consciente de esto. Aun así, ella era incapaz de interpretar un rol que arraigaba modificar su personalidad a través de las mentiras; sencillamente, nunca fue buena mintiendo y punto. Esto último lo había dejado muy nítido desde el principio, pero no le sirvió de mucho. Decir mentira