"No quiero volver a casa, ese lugar ya no es mi hogar. ¿Puedo... vivir contigo por un tiempo?".
La voz de Leila desgarra el pecho de Tatum cuando está a punto de girar el pomo de la puerta. No es solo la forma en que se refiere a su casa como si ya no fuera un hogar lo que le molesta.
Es la frialdad de su voz, la tristeza que transmiten, y él reconoce que es su culpa, pero ella no lo deja arreglarlo.
Ha evitado venir a verla porque ella dijo que necesitaba espacio, pero nunca esperó que la competente y trabajadora Luna descuidara sus obligaciones.
Sabe que está herida, pero la mujer con la que se casó delegaría tareas y mantendría todo en orden aunque estuviera en su lecho de muerte.
¿Por qué está siendo tan testaruda y empeñada en abandonar su matrimonio hasta el punto de descuidar sus obligaciones?
"Si no es tu hogar, ¿de quién es entonces?", dice mientras abre la puerta y entra.
En cuanto Leila lo ve, nota cómo cambia su ritmo cardíaco. Es igual que siempre que