Hermano pequeño.
TRAVIS
Esa soledad tan familiar me envolvió casi en cuanto entré a mi casa. Uno pensaría que después de regresar allí cada noche, ya me habría acostumbrado, pero no lo hacía.
Siempre seguía haciendo tanto frío, sin importar cuánto subiera la calefacción antes de salir, con la esperanza de volver a un hogar cálido.
Desde hace mucho tiempo sabía que el calor que buscaba no podía provenir de mi carísima calefacción, pero me hacía sentir mejor fingir no saberlo, me hacía sentir mejor bloquear esos pensamientos y engañarme a mí mismo.
Esa noche no podía hacer eso; fingir. No había podido hacerlo en un buen tiempo, así como tampoco había podido dormir bien. Sin embargo, algo era diferente en la casa ese día. Las luces estaban encendidas cuando entré y eso solo podía significar una cosa.
—¿Travis? ¿Eres tú? —la voz de Hannah venía de algún lugar de mi casa; la cocina, sospeché—. ¡Estoy aquí!
Suspiré, arrojando mis llaves y teléfono en el sofá, también me quité el traje antes