me quedo horrorizada al ver varias armas encima del escritorio del señor giordano y este al verme se le pone la cara roja
-¿Qué mierdas haces aquí? - gritó colérico.
-Yo... yo... es que le iba a entregar estos papeles y nadie contestaba.
-¿Y por eso te da el derecho de entrar así? - comenzó a esconder las armas en un armario y luego me miró, pero hizo algo que nunca me esperé: me tomó con fuerza del brazo y me estampó contra la pared, haciendo que soltara un gemido de dolor. - Escúchame bien, señorita Jones, esto que acaba de ver no puede salir de aquí porque, de lo contrario, tendré que encargarme de usted. - Quedé completamente atónita con lo que me acaba de decir. ¿O sea que me matará si digo algo?
-Tranquilo, señor, yo no diré nada, pero no me mate. - Sentí su aliento demasiado cerca de mi rostro, pero tenía demasiado miedo para mirarlo a la cara.
-Más le vale, señorita Jones. Ahora, debe ese informe y lárguese de aquí. - Con manos temblorosas, le pasé el informe y luego salí disparada del lugar, con mi corazón a mil.
-¿Valerie, estás bien? Estás muy pálida. - Sofia me miraba preocupada.
-Nada, creo que se me bajó la presión, nada más.
-Ven, siéntate. - Me senté en una silla y ella me ventila un poco hasta que me siento mejor. - ¿Ya estás mejor?
-Sí, Sofi, gracias.
-Ven, vamos a comer. - Bajamos al restaurante de la empresa y Sofi me presenta a dos compañeros.
-Mira, Valerie, este es Lucas y ella es Luna.
-Un placer, chicos. Soy Valerie Jones. - Nos sentamos a comer, pero no dejo de pensar en lo que vi en la oficina de Dante. ¿Por qué tendría armas en su oficina? Y no eran cualquier arma, eran armas grandes.
-Hey, tierra llamando a Valerie. - Miro a Sofi y le sonrío. - ¿En serio estás bien? Estás como ida.
-Sí, lo siento, estaba pensando en cosas.
-Debe ser algún "noviecito" - dice Luna con una sonrisa traviesa.
-No, para nada. No tengo novio. - Cuando volteo, los ojos de Lucas se iluminan.
-Bueno, habrá que buscarte uno, Val. - Me río por su comentario, ya que no estoy interesada en buscar pareja, solo quiero conseguir dinero.
-Lo siento, pero por ahora no estoy en busca de novio. - Terminamos nuestros almuerzos y luego volvemos a nuestras actividades, aunque yo estoy muerta de miedo porque no quiero verle la cara a mi jefe. Estoy mirando unos correos cuando escucho el teléfono sonar.
-Empresa Giordano.
-Señorita Jones, venga a mi oficina. - Dante cuelga el teléfono y a mí se me enfría todo. ¡Ay, Dios, ya es mi fin! Tomo la agenda y camino a paso lento hacia la oficina de mi jefe, toco la puerta y escucho que dice "pase".
-¿Me necesitaba, señor?
-Siéntese. - Dice serio, así que lo hago sin rechistar. Este se para y comienza a caminar por toda la oficina, haciendo que me ponga más nerviosa. -Sabe que no la puedo dejar vivir, señorita Jones. - M****a, ¡va a matarme! - Sabe mucho y eso no lo puedo permitir.
-Señor, prometo no decir nada, pero no me mate. - No sé por qué comienzo a llorar como una magdalena, entonces siento un golpe fuerte en el escritorio.
-¡No llore! - Se acerca a mí y acaricia mi mejilla. - Odio ver a una mujer hermosa llorar.
-¿Cómo no quiere que llore si usted piensa matarme? - Este se separa y se queda mirando a la nada, mientras yo me consumo por dentro pensando en lo que va a hacer. Señor, no debí aceptar este trabajo.
-No la mataré, señorita Jones. - Se voltea y siento un gran alivio cuando lo dice.
-En serio, ¡qué alivio! - Mis palabras se quedan en el aire porque este me interrumpe.
-No la mataré, pero tendrá que hacer todo lo que yo le diga. - Se acerca y apoya sus manos en la silla, quedando muy cerca de mí. - Ahora está en mis manos, señorita Jones.
-¿Y si no quiero hacer lo que usted quiera? - Digo de forma desafiante, pero este se ríe.
-O hace lo que yo le diga, o yo me encargo de matar a su amiga Matilda y luego voy por usted. - Hijo de puta, efectivamente me tiene en sus manos.
-Está bien, usted gana.
-Siempre gano, señorita Jones.
-¿Qué quiere que haga? - Hablo sin mirarlo.
-Por ahora, nada. Ahora retírese. - Me levanto rápidamente y salgo de esa oficina con unas enormes ganas de llorar, pero me controlo.
Al llegar a casa, Matilda está en el televisor y, al verme roja y con ganas de llorar, se levanta de golpe.
-Val, ¿qué pasó? - Me lanzo a sus brazos y comienzo a llorar. - Dios, Val, ¿qué pasó? Me estás asustando.
-Mi jefe es un peligro.
-¿Qué? ¿Por qué lo dices? - Ella hace que la mire.
-Amiga, esta mañana, cuando entré a su oficina, en el escritorio había varias armas. Se dio cuenta de que las vi y ahora me tiene amenazada con matarnos si no hago lo que él diga.
-¿Qué hizo? - Grita histérica. - Val, hay que denunciar a ese desgraciado.
-Es inútil, Matilda. Dante tiene mucho poder aquí en Italia. Nadie nos va a creer, y ese desgraciado nos va a terminar matando a las dos.
-Por Dios. - Ella cae en el sillón, mirando a la nada. –Ahora, ¿qué haremos, Val?
-Hacer lo que él me pida, solo así nos mantendremos a salvo.
-Necesito un trago, mejor dicho, necesitamos un trago, así que arréglate que vamos a embriagarnos.
-Tengo trabajo mañana.
-Pues me vale, tú y yo nos vamos a embriagar - nos arreglamos rápidamente y luego salimos a un bar que Matilda frecuenta mucho.
-Mariano, danos una botella de tequila.
-Oye, sí que te estás tomando en serio la idea de emborracharnos.
-¿Estás consciente de que quizás mañana no estemos vivas?
-Por Dios, Matilda, cállate. No dejaré que nada te pase, ¿entendiste?
-Como sea, vamos a beber - llega la botella y ambas empezamos a beber como locas hasta llegar al punto de estar demasiado borrachas. Veo de lejos una figura masculina que se me hace muy conocida, pero este está besando a una mujer muy apasionadamente. Cuando ambos se separan, me quedo en shock al darme cuenta de que es mi jefe.
-Ay, por Dios.
-¿Qué pasa, Val? - dice Matilda arrastrando las palabras.
-Aquí está mi jefe - esta se pone alerta y comienza a gritar.
-¡Nos matará! - antes de que arme un escándalo, le tapo la boca.
-No, está con una mujer. Mejor vámonos, no quiero que me vea - tomamos nuestras cosas y caminamos despacio hasta la salida, pero un apagón nos hace gritar y luego escuchamos tiros dentro del bar.
-Dios mío, están disparando - corremos a una esquina para protegernos mientras pasa todo - Val, no quiero morir - dice Matilda llorando.
-Tranquila, no nos pasará nada - se escuchan gritos y disparos en todo el lugar, cuando todo se medio calma, al intentar salir veo a mi jefe parado con varios hombres armados apuntándole a varios hombres.
-Así que creyeron que podrían conmigo, con el rey de la mafia.
-Señor, lo siento, fueron órdenes.
-¡Cállate! No te permití hablar - le da un golpe en la cara que lo hace sangrar - ¿quién los envió a matarme? - todos se quedan callados - ah, no piensan decir, vamos a ver si torturándolos hablan. Matilda y yo vemos cómo empiezan a torturar a esos hombres de la peor forma hasta que uno por fin dice quién.
-Fue Giovanni De Luca.
-Así que el imbécil de Giovanni quiere matarme.
-Amiga, quiero vomitar - ay, Jesús.
-Matilda, aguántate - esta comienza a hacer arcadas, así que veo que hay un hueco grande, entonces le doy una patada haciendo que caiga en él, pero llamando la atención de Dante.
-¿QUIÉN ESTÁ AHÍ? Salga o lo mato - respira, Val.
-Matilda, no salgas de ahí por nada del mundo - salgo lentamente de mi escondite y cuando este me ve, su cara se pone roja.
-¿QUÉ MIERDAS HACES AQUÍ, VALERIE?
-Yo estaba en la disco cuando todo ocurrió - me toma con fuerza del brazo y me saca del lugar, y como sigo borracha, me tropiezo.
-Camina bien.
-¡No me jales, idiota! - ay, yo y mi bocota.
-¿Cómo me llamaste?!
-Idiota, no ves que me estás lastimando, así que suéltame - veo que mis palabras surtieron efecto en él porque me suelta.
-Ay, señorita Jones, cada vez más metida en esto.
-No tengo la culpa, la discoteca es pública así que déjeme ir.
-Pues no, sabes mucho y no quiero que vayas de bocona a decir cosas.
-No diré nada, lo prometo - me acerca a su cuerpo y pega su boca a mi oreja.
-Ya sabes lo que te pasará si abres tu preciosa boquita - acaricia mis labios con sus dedos haciendo que todo mi cuerpo se active al sentir esa corriente eléctrica.
-No diré nada, señor Giordano, ahora déjeme ir - este me suelta y comienzo a caminar hasta que me encuentro con Matilda.
-¡Amiga, ¿estás bien? - me dice preocupada.
-Sí, mejor vamos a casa, no creo que sea bueno que estemos aquí afuera.
A la mañana siguiente, me levanto con un fuerte dolor de cabeza, pero como sé que tengo que trabajar, me paro y me doy una ducha rápida. Me coloco un vestido negro ajustado a mi cuerpo y me doy un maquillaje ligero.
Veo que Matilda todavía está dormida, así que solo me sirvo un café y salgo hacia la empresa.
-Buenos días, Sofi.
-Qué linda estás, Val.
-Gracias, Sofi. ¿El señor Giordano ya llegó?
-Sí, te está esperando - busco la agenda y antes de entrar, tomo aire.
-Respira, Val, todo estará bien - paso a su oficina y al entrar, su mirada me recorre haciéndome sentir algo incómoda.
-Buenos días, señor Giordano.
-Vaya, puedo decirle algo, señorita Jones.
-Sí, dígame.
-Hoy está usted bellísima - siento cómo mis mejillas se ponen rojas y este sonríe.
-Gracias, señor. Aquí está la agenda del día de hoy.
-Cancele todo, tenemos un viaje - ¿tenemos?
-¿Cómo que tenemos?
-Sí, usted viajará conmigo - esto tiene que ser una jodida broma.
-Señor, yo...
-No hay "pero", señorita Jones. Recuerde, usted está en mis manos, así que le ordeno que vaya por sus cosas, nos vamos a Venecia.
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