Lila.
Cerré la puerta de la oficina sin poder creer lo que había hecho, mi primer día y ya había arruinado todo, no solo tropecé con la alfombra de la oficina sino que le tiré el café al jefe en sus pantalones, si como oyeron en los pantalones; no solo eso sino que además estaba tan caliente que creo que hasta se quemó, traté de ayudarlo a limpiarse pero solo se irritó más.. Vincent, el asistente del jefe ,aunque me reprendió, dijo que no me preocupara que era un buena persona y que nunca quedaba enojado por mucho tiempo. Algo que dudo, ya que cuando comencé a limpiarlo con los pañuelos de papel sentí que en la oficina bajaron unos 10 grados al menos. Yo y mi maldita suerte, cuando va a ser el día que no haga algo de lo que me arrepienta.. -señor Vincent lo lamento, realmente no fue mi intención mojar al jefe; usted cree que después de esto me despedirá?- pregunté apenada. - No lo creo, pero tienes que prometer que a no ser que él te llame por alguna razón de la que no puedas escapar, trates de mantenerte lo más lejos de su oficina por favor. Si me disculpas, voy a buscar al medico del edificio- Suspiré profundamente, y lo único que podía hacer era fijarme que era lo que debía hacer el jefe esta mañana y atender las llamadas. Lo único que espero que no sea un día muy largo. Pasaron unos minutos en los que llegó el médico e ingreso en la oficina, al menos puedo quedarme tranquila que la zona donde se mojo con el café este un poco roja nada más por lo que me comentó Vincent, realmente estoy agradecida por eso. Después de eso, la mañana siguió su curso y solo debí atender un par de llamadas y cambiar un par de reuniones debido al inconveniente de hoy temprano; suena el teléfono de nuevo pero está vez es interno desde la oficina del jefe. Me dirijo a la oficina, pero no me animo a levantar la mirada. En eso veo por el rabillo del ojo que hay un movimiento y distingo que mi jefe se apoya en el escritorio. - Lila, verdad? Bueno aunque es un nombre corto no lo utilizaré, solo te diré rino; espero que lo de esta mañana no se repita, no me interesa si tienes manos de manteca o pies demasiado gordos, pero no quiero más errores, la próxima vez no solo te despediré sino que haré una carta para la universidad mostrando mi desagrado y no podrás graduarte, entendido?- No podía creer lo que me estaba diciendo, no era este hombre una persona buena? , ¿en qué me he metido? dudo que termine la semana en este edificio. - Ahora bien, necesito que tengas para ayer los casos de los últimos dos años y sus resoluciones en un archivo y me lo envíes al correo de la oficina, está claro?- solo asiento sin decir palabras y salgo de la oficina. Me dirijo al cuarto de archivos y veo que son más de 300 casos, por los cuales me va a llevar a trabajar horas extras el primer día, no puedo creer mi suerte. Son casi las 18 horas y el edificio ya está en silencio, la mayoría de los empleados seguramente se fue a las 17, incluyendo mi sexy jefe, no me mal entiendan aunque es una persona insufrible por lo poco que pude conocer, es un Adonis esculpido de casi dos metros, de cabello oscuro, ojos azules bien oscuros como el fondo del océano que te llevan a la perdición , con bíceps bien marcados y con un six pack que te deja babeando, y no exagero, por lo que he escuchado a la hora del almuerzo todas sueñan con que las toque al menos con la punta de los dedos. Estoy por terminar de recopilar toda la información, cuando llega Isobel a preguntarme como estuvo mi día antes de irse, y ve lo que estoy haciendo. - Niña que haces? Acaso no te dijo el señor Vari que en la computadora están esos archivos ya descargados y lo único que tenías que hacer era enviárselo ?- - En serio Iso?- me agarre la cabeza dándome cuenta que mi jefe ,el Adonis, solo lo hizo para castigarme por lo de hoy. Envié el archivo, resignada agarré mis cosas y salí del edificio; eran casi las 19 horas cuando llegué a la parada de autobús, por suerte no demoró más de 10 minutos en llegar el mío. Para cuando llegué a mi departamento ya eran las 20 y lo único que pude hacer fue darme una ducha, comer un sándwich y acostarme a dormir, ya que mañana sería otro tortuoso día en la oficina de mi sexy jefe. No sé cuánto pasó, hasta que mi teléfono empezó a sonar, una notificación de mensaje, era Timothy, enviándome el vigésimo tercer mensaje en el día, la única diferencia es que estaba de nuevo esperando bajo mi edificio. Aunque quería ignorarlo, no podía seguir ocultándome de él. A regañadientes le pedí que suba, escuché el timbre y al abrir la puerta ví a mi mejor amigo con ojeras oscuras y un semblante sombrío.