STAVROS
Me concentro en mi oficina atendiendo mis negocios y problemas que surgen a diario mientras tengo mi mente en otra parte esperando que no me decepciones.
Es una gran mujer, la amo, es la madre de mi hijo y como profesional no hay queja ni dudad, pero es malditamente terca queriendo ser ella la heroína para todo el mundo cuando no tiene que demostrarle nada a nadie.
—Buenas días—miro a mi secretaria la cual esta vez los pechos se le pronuncian mucho más.
—Que pasa Elisabeth—no despego mis ojos del ordenador.
—Señor los gerentes de las sucursales de México y estados unidos requieren de su presencia en ese país, ha sucedido algo, muy grave.
Todo se junta al mismo tiempo sin dejarme un respiro.
—¿Qué pasa ahora?
—Hubo un robo señor—bufo—la cifra es considerable.
—¿Joyas o dinero?
—Dinero señor, fue robo directamente de la cuenta.
Libero el aire, me levanto a mirar la ciudad, esta vista siempre me ha despejado la mente, pero no puedo irme ahora, mi mujer me necesita, mi hijo y amig