ANDROMACA
La mañana comienza bien para mí al saber que Stravros nunca envío al asilo a mi abuela, solo quería asustarme y aun lo sigue haciendo, pero que mi abuela este en su casa cuidada por Anita, es la mejor noticia que he podido recibir en días.
Noto el rostro de Athenea demasiado demacrada, como si hubiese llorado demasiado y quisiera preguntar, ayudarla, pero no quiero que me conteste con dos piedras en la mano.
Aprovecho el momento en el cual ingresa a la oficina de Stravros para mirar el video del restaurante, mientras este carga me muerdo la uña de mi dedo meñique ansiosa por imágenes que me ayuden a olvidar el momento que tuve ayer con Stravros, cada vez los encuentros se vuelven más repetitivos y subidos de nivel.
Lo deseo tanto, aunque sé que no está bien, pero tampoco puedo controlar lo que siento, y menos controlar que el corazón se me acelere inexplicablemente con su cercanía.
No entiendo como mi hermana quiso engañarlo, robarle, si a su lado tenía el mundo a sus pies,