- Olivia, nos vamos ya de aquí.
- Ya déjame, Federico. ¿Qué haces aquí? Además, ¿cómo sabías que estaba aquí?
- Conozco gente que se mueve en este medio y supuse que estabas aquí - este me empieza a arrastrar, pero yo me niego.
- ¡Basta, Federico! ¡No puedes obligarme a irme!
- Claro que puedo. No puedo creer que estés en estos lugares. Ya no eres una niña.
- Exacto, ya no soy una niña. Ya puedo hacer lo que se me cante - cuando intento soltarme, las sirenas de la policía empiezan a sonar.
- ¡Mierda, la policía! - todo se volvió un caos. Federico toma con fuerza mi mano y comenzamos a correr. Ahora sí estoy cooperando, pero me preocupo por mi amiga y por Abel.
- Vamos, ya casi llegamos al auto - cuando llegamos al auto, nos montamos rápidamente y arrancamos de golpe. Siento mi corazón que va a toda prisa por la adrenalina. Cuando estamos lo suficientemente alejados, él para en un camino desolado y toma una profunda respiración.
- ¿Se puede saber por qué m****a estabas en una carrera il