Mis manos tiemblan y mi corazón parece querer salir cuando veo ese traje de bebé en esa cajita con la nota. Veo a James, y él mira la caja con rabia, así que rápidamente me la arrebata y rompe la ropita con ira.
— ¡Maldito infeliz! —grita James, enojado, mientras yo no paro de llorar al verlo en ese estado.
— ¡James! Oye, cálmate, la estás asustando —Paolo lo toma del hombro, haciendo que este reaccione.
— ¡Sácala de aquí! —dice James, mientras se apoya en la mesa. Pero yo no quiero dejarlo; solo quiero estar con él. Sé que para él también es muy difícil todo esto.
— James, no...
— ¡Largo de aquí, carajo! —grita furioso, haciéndome asustar un poco. Entonces, Paolo toma mi brazo y me saca de la oficina mientras sigo llorando.
— Dios, ¿cuándo acabará esta pesadilla? —llegamos a la oficina de Paolo, y este me sienta en un sillón mientras me trae un poco de agua.
— Hey, tranquila. Sé que debe ser difícil esta situación, pero tienes que estar segura de que ni James ni yo dejaremos que algo