40.
| Alexander |
—Después de esto daré un discurso público a la manada —Anakin me mira de reojo.
—Mientras no menciones algo sobre unir a las manadas por mí, está bien.
Él le sonríe a nuestra mate. No me gusta cómo suena, pero tengo que forzar la idea en mi mente para que entre y comprender que ya no solo me pertenece a mí; en realidad, nunca fue solo mía. Ella escuchó todo, estábamos hablando por un enlace compartido. Quiero que comience a comprender cómo funciona su mundo, el mundo al que fue echada y apartada por ser roger.
Mi lobo comienza a inquietarse en mi mente cuando siento la pequeña mano de nuestra mate intentar agarrar la mía. Cuando miro, siento un sabor amargo en la boca: ella ya tiene la mano de Anakin bien sujeta. Busco su mano primero; no rechazo unir nuestras manos, acaricio sus dedos con mi pulgar sin volver a mirar la unión de sus manos. No me gusta, pero no me puedo quejar.
Llegamos al punto de reunión, es una cabaña de invitados. Tiene un aspecto sencillo por fuera,