72.
Acaricio la cintura de ella. Estamos subiendo los escalones de la casa de los padres de los trillizos.
— ¿Debería decirlo antes o después de comer?
— Después, nuestra mate necesita comer algo más que dulces.
— Ya te pareces a Arman.
— Por algo es nuestro hermano.
Tengo que hacer mi mejor esfuerzo para no hacer una mueca. Bodolf está loco. Entramos a la casa de últimos, escucho el latir de varios corazones y la guio hasta ahí. Es una sala mediana, de paredes blancas, por dentro no tiene el aspecto de una cabaña, parece más bien un apartamento lujoso de ciudad.
— Siéntense, ya les traigo aperitivos.
— Yo lo hago— la interrumpe el Alfa Marcos.
Ella se sienta, yo dejo de sostener la cintura de mi mate para agarrar su mano y sentarme en un sofá individual con ella encima. Recibo la mala mirada de Anakin por no sentarse en el mueble de cuatro puestos donde ellos tres están, pero está cerca de donde está su madre. Mi mate recuesta su cabeza en mi pecho.
— Si no quieres no debes decirlo— sonrí