Kamila Stuart
—¿Qué te parece si vamos por una cajita feliz?—pregunta Mattheo a mi lado
Emilia lo mira y solo niega sin ánimo de nada.
—No quiero papi—dice antes de girar su cabeza hacia mi cuello.
Hago una mueca mientras acariciaba su espalda, los días fueron pasando con mechones cayendo de la cabeza de mi hija y tuve que quitar todo su cabello evitando que se torturara aún más aunque no sabía que era mejor, raparla y romperle su corazón o ver como lloraba cada vez que la peinaba o pasaba los dedos por su cabello.
Emilia estaba sumamente desanimada, pasó de ser la niña feliz, gritona y parlanchina a ser una niña sin ánimos y sumamente pegada a mí y Mattheo.
Mattheo trataba de subirle el ánimo proponiendo planes entre nosotros tres pero era inevitable que alguno la entusiasmara.
—¿No quieres ir a trabajar conmigo?—propone Mattheo
—No papi—niega Emilia
—¿Por qué no? Podemos hacer lo que desees
Aun así Emilia negó nuevamente y tomó una bocanada de aire, miró a mi hija fijamente.
—¿Y si