—Pero hace dos días fuimos — dijo la joven.
Al ver que era una conversación de mujeres, Arlen se levantó y se despidió de las dos mujeres, dispuesto a emprender la huida y ser el blanco de ella.
—Si…huye, pero no vas a escapar. He conocido a un par de damas encantadoras que seguramente no podrás eludir.
—No tienes idea de lo ansioso que estoy por conocerlas. — fingió una sonrisa.
¿En serio? — preguntó emocionada.
—No madre. Fue sarcasmo. — respondió haciendo una negación con la cabeza y sin dejar de sonreír.
Pero antes de irse, Arlen sacó un costal del bolsillo de su pantalón y se lo entregó a su madre.
―Haz que luzca hermosa.
Al abrirlo sus ojos se agrandaron de la impresión. Había más de veinte monedas de oro, con esto fácilmente podría remodelar todo el guardarropa de Anastasia y el suyo.
― ¿Dónde lo has conseguido? — preguntó ella.
―Oye — Arlen alzó un dedo — Sin preguntas. Digamos que es fruto de un negocio que he estado haciendo y qué ha dado resultados.
Y antes de que pudiera s