Era increíble cómo todo podía cambiar en un mísero segundo.
Horas antes estaban ahí, en aquel salón de belleza, discutiendo alegremente sobre el maquillaje, el peinado y la ropa que usaría para esa ocasión y de repente, aquella llamada, anunciando que Nereo Makris había puesto punto final a su vida.
No hubieron gritos, ni llantos. Tan sólo un silencio denso que le apretó el pecho.
Actuó de forma automática y sólo pudo llamarle a Ares y decirle que no podría llegar a su cita, antes de tomar sus cosas y salir de ahí, para reconocer el cuerpo de su hermano.
No quiso verlo más de lo debido, le bastó saber que se había suicidado cortandose las muñecas y había dado su último suspiro desangrado.
Alexein, que permanecía a su lado en silencio, la atrajo hacía su pecho.
Días atrás estaban ahí, diciéndole adiós a Giacomo y ahora... Ahora estaban ahí para decirle adiós a Nereo.
Dos hombres que se dejaron engullir por sentimientos tan nocivos como el odio y el egoísmo y que destruyeron vidas movi