Ya Que Voy A Morir ¿Por Qué No Hacer Un Desastre?
Ya Que Voy A Morir ¿Por Qué No Hacer Un Desastre?
Por: Livi Ruiz
SENTENCIA DE MUERTE

—¿Has escuchado de ella? Se dice que es la mujer más hermosa, una de las personas más estilizadas y glamurosas de toda la sociedad

—Escuche incluso que las celebridades la adoran

—Yo escuché que ella y su prometido, son las personas más cotizadas y que su padre la adora tanto, pues ella es tan parecida a su madre, no puedo creer que, en nuestra generación, haya alguien como ella

—Ay, por favor no es para tanto, es solo una mujer más, además considero que no es tan linda, solo hablaba de ella de esa manera porque es la prometida del gran Jonas Crawford, no es por más…

—¿Cómo puedes decir cosas como esas? La señorita Gray se ha ganado su puesto en la alta sociedad, con su carisma, su belleza y sobre todo por su excelente representación de la alta sociedad, ella es catalogada como un ángel entre nosotros

—He escuchado que la llaman el lirio de la alta sociedad, pues es sutil, elegante y hermosa como la flor

Las palabras se buscaban en todos los lugares, todos hablaban de la mujer que ni siquiera estaba presente, aquella que había faltado por una pequeña condición médica

Por lo menos eso habían llegado a comentar en todos los lugares, mientras el hombre sentado en un costado, justo a su mejor amigo

Solo hacía una mueca y se mostraba cansado de la manera en la que hablaban de aquella, pues a sus ojos no era más que una niña mimada y terriblemente aburrida

Una que, de solo escucharla, le daba una terrible jaqueca

—¿Por qué parces de mal humor? ¿Estás preocupado por Isobel? No tienes que hacerlo, ella solo está un poco resfriada, no es de cuidado…

El hombre a su lado, su amigo le sonrió con comprensión, mientras su mirada se desvió a una hermosa chica a su costado

El gran amor de su vida, aquella, que sería no más que la mujer que vería, hasta que ella se cansara de la situación, o por lo menos hasta que decidieran que eso de ser amante

Sobre todo, completamente a escondidas no era la mejor opción para los dos

—No tengo nada, solo estoy un poco cansado, además Isobel, no me preocupa, ella estará bien, siempre lo está, no entiendo por qué es el tema de conversación para todos los presentes

—¿Cómo que por qué? Jonas, tu prometida, es nada más y nada menos que Isobel Gray, la amada hija de la familia Gray, la complaciente, sonriente y amable, es lo que todo hombre busca, una mujer sumisa que pueda darte la vida que te mereces

Jonas observo a su amigo, era justamente por ello que detestaba a su prometida, ella era tan plana, tan terriblemente complaciente y amable

Lo odiaba, lo hacía como nada en el mundo, tanto así que solía evitar estar con ella a solas, pues sentía un aburrimiento tan tenaz

que era comprensible que considerara estar en una biblioteca que con aquella mujer o incluso con su padre, quien no hacía más que hablar de negocios

pero ella, ella era todo lo que Jonas tanto detestaba en una mujer, pero estaba atado, atado a esa mujer por culpa de su familia y lo odiaba, lo odiaba como a nada en el mundo

pues él quería estar con ella, su amada amante Megan Hill, aquella que despertaba todo aquello que tenía en su interior y lastimosamente no podía ser más que eso

una amante, pues si deseaba heredar el magnífico imperio que poseía su familia, por encima de su hermano bastardo, bien había dicho su madre, tendría que casarse con aquella horrible y aburrida chica

—Cierto, tengo a la mejor prometida del mundo

—No hagas eso…

—¿Qué estoy haciendo? No he hecho nada, solo te he dado la razón

—Y eso es lo que me molesta, lo haces por el simple hecho de que deseas quedar bien conmigo, sé muy bien que tú no estás enamorado de Isobel, y que estás loco por Megan Hill, pero ya te lo dije amigo, esa chica no te conviene, además…

—No te atrevas a hablar mal de Megan, ella es más mujer de lo que fue y será jamás Isobel Gray, así que ahórrame el teatro

Irvin, el mejor amigo de Jonas, aquel que lo conocía desde la infancia, noto como aquel se levantaba de su asiento y caminaba hacia la salida

No sin notar como Megan salía tras él, de una manera tan poco disimulada, que este se sorprendía que todos no supieran que era un hecho que Jonas Crawford, tenía una amante

Y aquella no era nada más que Megan Hill, la pequeña zorra manipuladora de la ciudad de Edimburgo

Y mientras la fiesta se daba en su mayor esplendor, el doctor revisaba sus documentos una y otra vez frente a la mujer y se mostraba más y más preocupado

Completamente estresado, en lo que esta no entendía a qué iba con ello, ¿Por qué tanto misterio? Solo era un resfriado, no era para tanto

Estaba irritada, más cuando aquel hombre la observo y ella sonrío con complacencia, como siempre solía hacerlo, cuando estaba irritada y fastidiada

—¿Y bien doctor? ¿Me dirá por qué me cito a este lugar? Estaba convencida de que solo era un resfriado normal, por lo que…

—Me temo que no es así, señorita yo… Yo no sé cómo decirle esto…

Qué fastidio de ser humano tan molesto, pero aun así Isobel, sonrío con delicadeza y hablo en un tono amable y lleno de lo que parecía paciencia y compresión

—No se moleste, solo dígalo sin más, la verdad es que estoy algo nerviosa

No, no estaba nerviosa, estaba molesta, irritada, era la palabra, pero solo sonrió con delicadeza y se mostró como la flor elegante que todos alegaban que era

—Lo lamento, señorita, me temo que solo le queda un mes de vida, tiene una enfermedad incurable, una que me temo que no podemos curar…

Isobel, se quedó en silencio, observo al hombre sin mover un solo músculo, mientras la mujer a su lado, aquella que había estado junto a ella desde niñas

Aquella que se hacía llamar la mano derecha de Isobel, dio un gemido, seguido de un llanto lo bastante escandaloso, como para que Isobel

Dejará de observar al hombre frente a ella y observará a su miga romperse en llanto, mientras ella parecía no reaccionar

—Sé que debe estar en shock, pero le daré medicamentos para que viva una vida tranquila, para que no se preocupe por cosas como su enfermedad en lo que le queda de vida

Pero ella se sentía bien, un poco cansada y un poco apaleada, pero era normal, no se alimentaba bien, debido a las dietas que seguía para tener una figura perfecta

Los trasnochos, buscando la manera de hacer que en la empresa de su padre no la creyeran una niña rica y sin más, su trabajo también era agotador, sin contar

Las fiestas interminables y lugares a los que tenía que asistir cada semana, era agotador ser la representante de la familia

Pero ahora parecía ser que no lo sería, no era normal, era porque estaba muriendo, qué desastre, qué completo desastre

—Bien, gracias, ¿puede dejarme a sola por un momento, por favor? Es muy mable doctor, que sería de mí sin usted…

Ella habló en su tono habitual, no mostró una sola señal de molestia, el hombre considero que eran ciertos los tumores sobre ella

Tal vez era tan amable y tan bondadosa, tan cariñosa, que solo no quería incomodarlo con su llanto, por lo que saco una caja de pañuelos frente a ella, mientras hablaba con delicadeza

—Por supuesto, señorita, la dejaré para que pueda llorar tranquila

Isobel, asintió, parecía agradecerle de manera tranquila y harmoniosa, mientras aquel salía de la oficina, fue entonces cuando observo a la mujer a su lado, esta lloraba y lloraba

Lo hacía como si la sentencia de muerte hubiese sido hacia ella y no hacia Isobel

—¿Quieres callarte? Qué fastidio, la que se va a morir, soy yo, no tú ya cálmate la puta boca por un maldito segundo, intento pensar en toda esta m****a…

Isobel, observo a Fia, quien se tragó sus lamentos, pues sabia como era aquella, sabía perfectamente que esta no toleraba que esta se mostrara llorona o quejumbrosa

Pues no había nada que odiara más la verdadera Isobel, que las estupideces de las personas, pues aquella era una mujer fácil de irritar y fastidiar

No como aquella máscara que usaba todo el tiempo, no como aquella que aparentaba ser amable y sumisa, mientras por dentro era un ser amargo y reacio a todos

—¿Y ahora qué haremos? Te vas a morir Isobel, no puedo creerlo, te vas a morir, yo…

—¿Quieres callarte? Sé que me voy a morir, no lo repitas tanto, el hecho de que lo hagas, no significa que no se va a ser realidad o tal vez quieres que se haga realidad

—No, jamás, estoy tan triste, ¿Qué haremos? No puedo créelo…

—Yo igual, me he esforzado tanto en aparentar ser una buena persona, en ser la hija perfecta, en ser la futura esposa perfecta, me he esforzado tanto en mostrarme como ese maldito lirio como me llaman y ahora resulta que voy a morir, resulta que mi trabajo ha sido en vano

—Isobel…

—No te atrevas a seguir llorando

—¿Pero entonces que planeas hacer? ¿Qué vamos a hacer?

Isobel, revolvió su perfecto cabello rubio, mientras se levantaba de su asintió y observaba a su amiga, a aquella que parecía contrariada con la situación

—¿Pues qué más haremos? La vamos a pasar muy bien, no pasaré el resto de mi vida amarada, a una vida horrible, por complacer a los demás, pues haré nada más que lo que quiero, pues si voy a morir, ¿Por qué no hacer lo quiera?

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