–Pensé que habías tenido una visión –dijo Gino burlonamente
–Oh y la tuve gafitas, pero fue tan pequeñita que apenas y pude descifrar cuando sería el día en el que por fin vería con mis propios ojos a esta cosita hermosa –
–Háblale con respeto…–gruñó Gino, sin embargo, guardó silencio al instante al notar como Anna parecía fascinada por el lugar, algo que Gael también notó
–¿Te gusta? –le preguntó Gael quedamente
–Es muy acogedora –dijo Anna clavando su mirada en la enorme barra que se encontraba en el centro de la cocina –Aunque obviamente, no es una cocina común –dijo riendo al notar que, en ella, había diferentes instrumentos químicos, pese a eso, la cocina olía a diversas hierbas
–Me alegra que te guste –dijo Gael encantado antes de guiarla a la sala de estar
Cuando Anna se acercó lo suficiente, pudo notar que sólo había un enorme sillón en forma de medio cuadro, y, frente a este, había una larga mesa de café de madera, en la cual, reposaba una charola con tres tazas y una te