Tras el grito asustado de la joven, la mujer bajó los escalones que le quedaban en un parpadeo, y, sin darle tiempo a nada, la cubrió en un fuerte abrazo dejándola completamente sorprendida.
–¿Cuándo llegaste? –gruñó la mujer nuevamente
–Yo…–balbuceó Anna
–No, no me lo digas –dijo la mujer con la voz quebrada –Estás aquí, por fin estás aquí…–
–¿Quién…? –
–Mi pequeña, mi dulce niña…–gimoteó la mujer aferrándose más fuerte a Anna
–¿Mamá? –preguntó Anna en un susurro
Al escucharla llamarla “mamá”, la mujer la soltó y acunó su rostro con ambas manos –Sí…–susurró al tiempo que clavaba sus ojos en los de Anna –Sí…–repitió antes de abrazarla nuevamente
Sin pensárselo, Anna le devolvió el abrazo al mismo tiempo que la puerta de la entrada se abría bruscamente, dejando entrar a Alastor y a Neilan.
–Mi amor…–susurró el alfa al tiempo que se apresuraba a cubrir a su compañera y a su hija en un fuerte abrazo
“Familia…”–escuchó Anna la débil voz de una mujer
En completo silencio, Neilan