Lucrecia salió del loft de Alonso y fue por su hija, la cual estaba jugando cartas con Olivia, las dos la vieron en una gabardina larguísima y grande. Olivia no se pudo resistir y preguntó a qué se debía el conjunto tan masculino. Ella les dijo que se había quedado dormida y uno de sus vecinos se lo presto. Priscila le dio las gracias nuevamente a Olivia, le dio un beso, y un abrazo. Su mamá hizo lo mismo.
—Qué lindos tus vecinos.—comentó la pelirroja sarcástica.— ¿Sabes a quién no encontrábamos?
—No tengo idea, pero, este es el primer abrazo que no disfruto.
—Alonso.
—Jumm.
—Jumm—Respondió Olivia.
Las dos se separaron y Olivia dejó claro que Priscila siempre era bienvenida, la joven sonrió y Lucrecia le vio divertida.
—Siempre hay vino en esta casa.
—Pobrecitos, Lucas y Luciano.—Dijo mientras le veía la barriga. — Van a salir tan borrachos.
—Adiós. Me gustan los nombres, eso es lo peor —Respondió la m