–¿Qué fue todo eso, Morgan? – me pregunta John.
Yo no quiero verlo a la cara, me niego a soportar la mirada acusadora de otra persona, suficiente tengo con la culpa que siento por dentro y con todo lo que me remuerde la conciencia saber que acabo de terminar con el matrimonio de mi hermana.
–Nada – sorbo por la nariz y me limpio las lagrimas que se siguen deslizando.
–¿Cómo que nada? – se acerca a mi – estoy seguro de que te llegó el memo, pero por si lo habías olvidado, ¡Todo el maldito barco te escuchó, y no estoy hablando solo de lo que dijiste, sino del resto!
–¿Cuál resto? – cuestiono, aun con la mirada fija en el agua sobre la que se mueve el bote.
–Los besos y los gemidos – gruñe entre dientes.
Abro los ojos y lo miro – tienes que estar bromeando, dime que solo quieres hacerme senti