--- Ana Teyssier ---
Exactamente, a las 7:00 am, ya está Bruno tocando el timbre del apartamento, yo estoy lista para un largo día, supongo que hoy comenzará a decirme cuáles serán mis tareas, por lo que ni lenta, ni perezosa, llevo una libreta y lápiz para apuntar todo y seguir las instrucciones al pie de la letra.
- ¡Hola, hermosa Petit! ¿Lista? – Dice con una sonrisa dibujada de oreja a oreja.
- ¡Hola, señor Wilson! – Digo recordando que aquello lo hace sentir viejo.
Él me acaba de decir, Petit, por su puesto yo puedo decirle viejo.
- ¡Touché! Bien, ahora sí, dejémonos de juegos y vamos al Penthouse de Dominik. Por cierto, ¿Qué crees? - Dice con evidente emoción.
- ¿Qué? Perdón – Digo moviendo la cabeza – Dígame… - Respondo tratando de parecer educada.
- Niña, no me hables de usted, háblame de tú, vamos a ser colegas, nos veremos las caras al menos 18 horas al día o un poco más, todos los días, excepto sábados y domingos. - Dice dejando claro que nuestra jornada laboral será extensa