--- Ana Teyssier ---
La semana pasó en un abrir y cerrar de ojos, básicamente en toda esta semana no volví a ver al señor Müller, él se va a la oficina muy temprano y regresa cuando estoy completamente noqueada por las pastillas.
Hoy, Jada llegará dos horas más tarde, es decir, a las 8:00 am, mi estómago me ruge, así que me levanto y voy hacia la cocina, pienso que no debe haber nadie en casa, me voy acostumbrando a la soledad de este lugar, ya que Jada, casi no hace ruido y solo se dedica a tenderme, pero casi no hablamos.
Salgo de la habitación principal y camino hacia la cocina, voy descalza y de puntitas cuando una voz familiar me hace saltar…
- ¿A dónde se supone que vas?
Me giro y lo veo, sentado en el sofá con pijama, cabello revuelto pero con la computadora en las piernas y una taza de café en las manos.
- Te hice una pregunta… - Dice el hombre sentado mirándome.
- Voy… Voy a la cocina… ¿Quiere algo de ahí? – Preguntó apenada y asustada a la vez.
- ¿Qué necesitas? – Dice mientr