No logré caminar más allá de las puertas del restaurante, cuando fui detenida por una mano. Gabriel me giró y me dio una mirada sería. Se veía enojado, tenía el ceño fruncido.
-¿A dónde crees que vas?
-¿Eres sordo o te haces? Tengo otro compromiso que atender.
-¿Con quién?
-Con un cliente, ¿no crees? -intenté zafarme de su agarre, pero me sostuvo con más fuerza-. ¿Qué quieres? ¿Por qué no estás llevando a la Sra. Wilson al hotel donde se está quedando? Ve con ella y a mí déjame irme sola.
-No te vas a ir sola.
-Pues no me voy a ir contigo y con esa mujer.
Me acercó a su cuerpo, abrazándome por la cintura. Descansó su frente de la mía y viré el rostro antes de que sus labios se apoderaran de los míos. Me sentía enojada con él, pero más conmigo misma, por dejarme influenciar por los celos y las inseguridades.
-No es lo que crees, mi amor. Estaba mostrándole los planos y no me había percatado que estaba tan cerca.
-Claro, como no. Encima de ti y ni cuenta te diste -bufé.
-Me tomó por sor