A Daniela, Julio le resultaba desconocido. Dos años fuera de su país, y se sentía como si se hubiera ido durante una década. Apenas podía reconocer al hombre que tenía delante.
—Le diré que te pida disculpas en persona y que te prometa que no volverá a hacerlo—le ofreció desesperada al darse cuenta de que a Julio no se le pasaría. Aun así, él se negó a aceptar la sugerencia y dijo: —No debería disculparse conmigo.
La expresión de ella se congeló de incredulidad.
—¿Me estás diciendo que debe disculparse con esa mujer?
—¿No debería ser así?—cuestionó con una expresión fría y tono gélido. Daniela pensó que Sofía no merecía ese trato y estuvo a punto de decir lo que pensaba, pero se contuvo. Sea lo que sea que pasaba por la mente de Julio, estaba claro que la mujer le importaba mucho, y ella no podía caerle mal.
Tras un breve silencio, asintió.
—Debería. Haré que venga a disculparse. Pero y ella...
—Se lo comunicaré. Depende de ella aceptar o no las disculpas—Julio dijo esto mientras s