CAPÍTULO 89: LIMBO
Erik
El eco de mis pasos se escucha muy claro en la inmensa mansión, cada sonido parece amplificarse por el silencio absoluto que la envuelve. Algo no está bien. Me detengo en medio del pasillo principal y miro a mi alrededor. No hay nadie. Ningún Beta, ningún Omega, ni siquiera el más leve murmullo de vida. Solo el latido pausado y profundo de mi propio corazón acompaña la penumbra que cubre cada rincón.
Frunzo el ceño. La noche fuera es intensa y oscura parece un velo de sombras que se extiende sin límite en el horizonte. No hay luna, no hay estrellas, solo un vacío abismal que parece absorber toda luz y calor. Un escalofrío me recorre la espalda. Algo está fuera de lugar. Pero no sé qué.
Avanzo por los pasillos, alerta. Cada fibra de mi ser me grita que hay algo observándome, algo que no puedo ver, pero que sin duda está allí. Siento su presencia, su aliento en mi nuca, la sombra de su mirada se clava en mi piel. Aprieto los puños, mis colmillos se alargan instin