-¡Esto es ridículo! ¡Ridículo!
Gritaba Lucy en la habitación de la posada, no había gran diferencia, luego de ¡adiós a los novios! Y el ramo que atrapó Silvana, Lucy fue directo a nuestro auto, ni siquiera se despidió de su padre y a mí no me quedó de otra si no seguirla, dijo lo mismo todo el viaje en el auto y después de bajar y al subir y ahora que estábamos encerrados en la habitación caminaba furiosa despojándose de zapatos, aretes y hasta del vestido.
-¿Qué es lo que te parece tan ridículo?-le pregunté quitándome la chaqueta azul.
-Todo de esa niña. Que ahora sea la dueña y señora de todo.
-No es la dueña y señora, simplemente tiene parte en los negocios.
-Parte, parte muy grande, la invitarán a nuestras reuniones, la veremos en la prensa.
-Por favor de