Mamá se despidió de mí y de Emanuel con un beso en los labios, llevaba un sombrero color violeta con un ala ancha y un maquillaje ligero. Papá ya se encontraba tras el volante del auto del doctor Caster y bajó la cabeza para mirar a Emanuel.
-Por favor Emanuel, como una sola vez.
Emanuel y yo reímos de la advertencia de papá.
-Puede comer cuantas veces quiera.-Lo consintió la señora Leticia con su típico acento extraño. Mamá nos lanzó un beso desde su mano y se alejó en el auto con papá. Así que a partir de ese día, lunes de julio, a las 8:00 de la mañana, se despejaría la incógnita de la enfermedad de mamá.<