6. "Nunca es solo un tiempo muy largo"

Aún sujeto de sus emociones, Felipe tomó el ascensor hacia el vestíbulo del hotel. Por comodidad había reservado una suite en la Torre Giordanelli mientras planeaba hacer negocios con sus dueños, negocios que en esas circunstancias ya no le interesaban.

-¡Maldit@ sea! -dijo mientras golpeaba el pasamanos con fuerza. Su cuerpo aún estaba agitado, su corazón estaba fuera de sí y las manos le sudaban. 

-¿Cómo no lo vi venir? ¿cómo pude ser tan estúpido? -Se recriminó por no investigar mejor a sus prospectos porque si hubiera sido más exhaustivo no estaría en ese lío, dado que se había jurado a sí mismo no buscarla ni verla nunca más... se propuso desterrarla de su mente para siempre después de los sucesos de hace seis años.

Lo último que supo de ella era que había atrapado a un multimillonario dueño de una cadena hotelera meses después de su salida del país, pero creyó que se trataba de una conquista más y después de exprimirle dinero lo había dejado. Sonrió con ironía y se dijo:

-No esperaría menos de ti Alejandra, así son las de tu clase...¡Implacables! Y siempre apuntan a lo más alto.

Mientras el ascensor descendía comprobó que tenía la tarjeta de ingreso a la suite, por tanto decidió quedarse en el décimo piso y no llegar al vestíbulo. Abrió la puerta y una vez entró se quitó la chaqueta, aflojó el cuello de su fina camisa y se dejó caer en el sillón que dominaba el salón... tiró la cabeza hacia atrás y cerró los ojos, la tensión en su cuerpo era tal que los músculos le dolían. Después de un momento se levantó y caminó por la habitación como un león enjaulado y sin sosiego, entonces se dirigió al bar y se sirvió un whisky doble y lo tomó de un solo golpe, luego un segundo y un tercero hasta que la tensión cedió. Volvió al sillón con el vaso y la botella en la mano dispuesto a beber hasta la última gota...

-"No digas nunca, porque nunca es solo un tiempo muy largo...y más cuando se trata de amores" ¡Siempre tuviste la razón abuelo! -dijo en voz alta. Había subestimado al destino y su poder para mover los hilos a su antojo y, ahora ese tiempo largo había llegado...Sentía que pasaba de la furia a la deseperación cuando los recuerdos empezaron a abrumarlo...

-¿Por qué me traicionaste Alejandra? ¿y por qué no lo admites? ¿qué más te da ya? -Había cambiado tanto en esos últimos años, estaba tan bella, tan altiva, tan retadora, tan segura.

-¿Cómo te atreviste a hablarme de esa forma? con esa mirada tan penetrante, tan directa, sin asomo de culpa o vergüenza. ¿Por qué me acusas de haberte abandonado cuando fuiste tú quien me dejó? ¿acaso no eres conciente del dolor que me causaste? ¿de lo tortuoso que fue seguir la vida sin ti? ¿tienes idea de cuánto me costó olvidarte?

-¡Eres una despiadada, Alejandra! ¡Nunca mereciste mi devoción! -dijo con vehemencia.

Con los ojos cerrados y recostado en el sillón evocó su aroma, sus labios, su cuerpo cálido y lo cerca que estuvo de recaer en su embrujo; la agitación que sintió al redescubrirla fue tal que la pasión despertó todo su ser. Tomó otro whisky con la esperanza de bloquear su recuerdo y borrarla de su mente, de sus labios, de su piel, de su cuerpo...Borrar el dolor que creía olvidado, ese dolor lacerante que estaba de vuelta y penetraba por sus poros como si fueran espinas...

La había amado hasta vaciar su fuente, fue luz en medio de su oscuridad, su persona favorita, su motivación superior; por ella estuvo dispuesto a dejar la piel en ese campo de batalla que era la familia Galvis; por ella estuvo decidido a dar hasta su vida entera; pero ella, la mujer que amaba, lo traicionó de la peor manera. Juró que nunca la perdonaría pero no contaba con que el destino tenía sus propias líneas escritas en renglones torcidos y él no tenía el derecho de enderezarlos...

Y, ahora, ella volvía para alterarlo hasta lo más profundo de sus emociones porque no necesitaba verla otra vez para entender que la seguía amando y que seguía despertando en él la misma pasión de antes cuando era solo suya. Levantó la botella y bebió directamente de ella porque quería embrutecerse mientras se convencía que ahora más que nunca debía alejarse aunque eso significara perder la gran oportunidad de expansión empresarial que representaba el asociarse con su compañía. Siguió bebiendo hasta perder el sentido.

No supo cuando cayó en la cama ebrio y sin conciencia de sí mismo hasta que una punzada en el cuello lo despertó y al abrir los ojos todo estaba en penumbra. Se frotó la cabeza por el dolor y miró su reloj para descubrir que ya eran las siete y media.

-¡Rayos! -exclamó. Tenía una videoconferencia programada para las ocho y media con el socio principal de la empresa, o sea, su padre. Recordó el motivo y la cabeza le dolió aún más porque Edmundo Cástellor tenía grandes expectativas y confiaba en que su hijo lograría el trato; la empresa necesitaba reactivarse con un gran proyecto y Giordanelli era el socio perfecto por su gran músculo financiero, dado que las últimas inversiones no iban bien y necesitaban recuperar su estabilidad económica.

Felipe pidió café expreso y unos analgésicos al servicio de habitación, luego tomó una ducha fría para recuperarse y al salir miró su imagen en el espejo... su rostro lucía muy varonil, con un mentón firme y labios bien definidos; sus ojos verdes estaban un poco enrojecidos y tenía una barba incipiente pero decidió no afeitarla mientras peinaba de manera casual su cabello oscuro. Se veía taciturno y lejano, su rostro reflejaba la tormenta en su interior.

Ya en el vestier se decidió por un outfit casual aunque apenas era martes: pantalón beige, camisa turquesa y zapatos marrones que lo hacían lucir muy, pero muy atractivo. Tomó se expreso y los analgésicos antes de llamar a su asistente en la oficina de Nueva York para solicitarle una reserva en el próximo vuelo a la gran manzana, porque había decidido salir del país lo más pronto con la intención de dejar a Alejandra atrás... Ya se las arreglaría para tranquilizar a su padre con la promesa de buscar otros inversionistas.

-El mundo es muy amplio y con muchos lugares por descubrir -se dijo- No veo por qué deba quedarme en este lugar.

Él había decidido alejarse de Alejandra por segunda vez y de manera definitiva dado que no estaba dispuesto a trabajar con ella aunque fuera la última opción porque no quería entrar en una borrasca de emociones otra vez...

Los recuerdos volvieron y embargaron su piel con la misma sensación hurente del día en que le llegaron los archivos y supo la verdad; sus ojos se humedecieron al pensar en ese fatídico día en que sus sueños se truncaron.

-Esos archivos...¡malditos archivos! -exclamó mientras tomaba su cabeza entre las manos- ¿Cómo puedes ser tan soberbia y no reconocer que me engañaste? ¿Cómo es que me heriste de esa manera? Alejandra Galvis Carvajal... ¡Si la traición tuviera un rostro el tuyo sería el indicado!

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