Malos pasos

Los últimos días han sido los más difíciles, oscuros y tristes de toda mi vida. Una vez más me veo llorando y destrozada por la ausencia de una de las personas que más amaba en el mundo. Primero a mamá que murió en un accidente de auto desde que era una niña, luego a papá que murió a causa de una enfermedad y ahora mi hermana; la cual le han arrebatado ese único derecho que solo Dios puede dar y quitar cuando él así lo decida.

Hace una semana fueron las exequias de mi hermana. Su entierro fue sencillo y no hubo mucha gente acompañando mi dolor. Estuvieron las personas más cercanas a ella y uno que otro compañero de trabajo; entre ellos, su jefe. El jefe de mi hermana; el Sr. Avellaneda se veía muy afectado por la muerte de mi hermana. Puedo decir que, aparte de Santiago, ha sido la única persona que me ha brindado la mano desinteresadamente y se ha preocupado más de la cuenta desde que mi hermana desapareció. Gracias a él es como pudieron encontrarla, aunque haya sido muy tarde.

El reporte del médico forense determinó una muerte violenta. No solo murió por haberse desangrado tras el corte de su pecho, sino también por los fuertes traumas que sufrieron sus órganos. La golpearon hasta reventarla por dentro. La violaron como si de un objeto sin sentimientos ni valor se tratara. La torturaron lentamente con esos cortes que le realizaron en su bello rostro. Quién haya sido el culpable, no nos cabe la menor duda que se aseguraba que ella no sobreviviera de ninguna manera.

La hipótesis del detective que haya sido por venganza de un romance pasional empieza a cobrar fuerza en mi cabeza, más por el hombre desconocido que a mí parecer  mantenía una relación muy cercana con ella, pero algo en mí me dice que hay algo más; algo que a simple vista no se ve.

El Sr. Avellaneda me había contactado previamente para agendar una cita con el investigador privado que él mismo contrató. Su interés en ayudar a encontrar el culpable sin que le devuelva el favor me es extraño, pero también comprensible. Después de todo, él era su jefe y siempre mantuvieron una buena relación.

Al Sr. Avellaneda le pareció buena idea contratar a un investigador privado para que encontrara algo que nos diera por lo menos una pequeña señal de lo que ocurrió con mi hermana, ya que los detectives no han encontrado absolutamente nada. No soportamos la idea de esperar a que archiven su caso y lo tiren al olvido así como lo han hecho con muchos otros.

Tan pronto llegué al restaurante donde me había citado, el investigador empezó a dar un informe detallado de cada uno de los pasos de mí hermana, dejándome sorprendida al asegurar su frecuencia a uno de los clubes más exclusivos de la ciudad, viajes fuera del país y las extravagancias en su ropa y sus joyas.

Se me hacía extraño que viajara, pero creí ciegamente en su palabra cuando decía que se trataba de trabajo. Me convencí a mí misma que ser la asistente personal de un abogado era bastante beneficioso, pues su ropa y sus accesorios sí era todo de marca y muy costoso. A ella le gustaba estar muy bien arreglada cada que salía a la calle. Literalmente, el investigador conocía mucho más de mi hermana de lo que lo hacía yo. No obstante, seguía sin decir quién la había secuestrado y luego asesinado. Ni siquiera había mencionado algo sobre el hombre de la fotografía.

—¿Y sobre el hombre de la fotografía? ¿Que hay de él?

El investigador se quitó por primera vez las gafas de sus ojos y se arrimó más a la mesa, como si nos fuera a contar un secreto.

—Srta. Valencia, sé lo que se siente perder a un hermano de esta manera tan repentina y atroz, pero si usted aprecia su vida, lo mejor es que se deshaga de esas fotografías y de ese cuaderno cuánto antes. Entre menos evidencia tenga de ese hombre, mucho mejor.

—¿Luego quién es él? ¿Por qué Natalie debería deshacerse de esas cosas? — el Sr. Avellaneda me robó la palabra de la boca.

—Sr. Avellaneda... — el hombre titubeó, pero luego de la mirada de advertencia del abogado, no le quedó de otra que hablar—. Es Royce Ford, el dueño de casi todo el país. Ese hombre así como es de poderoso, es muy peligroso. Por lo poco que pude encontrar sobre él y la relación de su hermana, es que en efecto ellos mantenían algún tipo de romance ocasional, pero su propósito con ella era muy diferente al de ser una pareja feliz como su hermana lo idealizó.

¿Royce Ford? ¿Por qué mi hermana estaba involucrada con un hombre, que según el investigador, es muy poderoso? ¿Cuál era el propósito con mi hermana? Muchas preguntas llegaron a mi cabeza, pero no podía dejar de pensar en que mi hermana estaba andando en malos pasos. 

—Uno de mis contactos me lo confirmó cuando le mostré la fotografía que usted me facilitó. En el club de Ford, dicen que su mayor atractivo es la venta de mujeres,  niños, adolescentes y hombres, más nadie puede dar veracidad de lo que detrás de esas puertas de negro y aceradas sucede— cerró el espacio entre los tres, acercándose y cubriendo parte de su boca con la mano—. Es imposible poder hacer algo en contra de Royce Ford. Ese hombre tiene comprado a cada uno de los jueces de la ciudad.

—¿Cómo es que mi hermana estuvo involucrada con un tipo de hombre de esos? No le creo lo que dice.

—No importa si me cree o no. ¿Quiere saber las respuestas de lo que sucedió con su hermana? De la única forma de saber lo que pasó, es metiéndose en la boca del lobo por voluntad propia, aún sabiendo todos los riesgos que conlleva. Yo no puedo investigar más de lo que él mismo lo permite. Aprecio mi vida, la de mi esposa y la de mis hijos, por lo que mi trabajo llega hasta este punto. No pienso involucrarme más allá. Desista de la ida, Srta. Valencia. Haya sido o no Royce el asesino de su hermana, nunca podrá atraparlo y encerrarlo tras las rejas.

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