Confundido

Luego de aquella conversación con el investigador privado, el Sr. Avellaneda me trajo a mi apartamento y lo invité a pasar. En el camino me ha dicho que tiene algo muy importante que decirme, por lo que no está demás escuchar sus palabras. Él verdaderamente se ve muy interesado en saber lo que le ocurrió a mi hermana, más se nota la curiosidad que tiene por conocer más de Royce Ford, el hombre con quién sostuvo una relación pasajera.

—¿Gusta algo de tomar? — le ofrezco mientras me quito la chaqueta—. ¿Cerveza? ¿Agua? ¿Café?

—Creo que no me caería mal una cerveza.

—Perfecto. Ya regreso.

Voy a la cocina y saco dos cervezas bien frías de la nevera, luego regreso con él y nos sentamos en la pequeña sala del apartamento.

—¿Qué era lo que tenía que decirme, Sra. Avellaneda? — le pregunté directamente.

—Dado el caso que Abigail era más que mi asistente, digo, la veía como a una amiga, me gustaría ayudarle a investigar sobre Royce Ford y ese misterioso club. Si ese tal Ford tuvo algo que ver con su muerte, no importa los millones que tenga en su cuenta bancaria, le haré pagar por el daño tan grande que ocasionó.

—¿Me está hablando en serio? Yo no tengo cómo devolverle el dinero que ha gastado en el investigador, mucho menos en profundizar ahora en el de ese hombre.

—No tiene que preocuparse por el dinero. Abigail era mi empleada, es lo menos que puedo hacer. No voy a tolerar que su muerte quede impune.

Lo miré por unos instantes, pensando en qué clase de relación mi hermana tenía con su jefe, pero nada llegó a mi cabeza. Ha mostrado gran interés por ella, más no ha dicho que se deba a algo más.

—Deje todo en mis manos, Natalie. Le prometo que encontraré al culpable y lo voy a hundir en la cárcel de por vida.

—Está bien, Sr. Avellaneda. Confío en usted — bebí un largo trago de la cerveza y sonrió escasamente.

Los últimos tres meses han sido un verdadero infierno. La ausencia de mi hermana cada vez más se hace fuerte y muy notoria en el apartamento. Ni siquiera puedo pasar tanto tiempo en el sin pensar en ella y la tristeza me hace querer salir corriendo lo más lejos posible. Cada noche sufro de pesadillas, dónde ella se encuentra en ese deplorable estado en que la vi por última vez. Los cortes y la sangre brotando de su cuerpo mientras pide a gritos desesperados una ayuda.

De ese hombre hemos conseguido muy poca información, por lo que todo ha sido el doble de difícil. El caso de mi hermana aún sigue abierto, puesto que las autoridades no han dado con el verdadero culpable. Es como si la vida de mi hermana no hubiera significado absolutamente nada. Solo se ve como una mujer que vivió un cruel destino en manos de un ser despiadado.

Con el Sr. Avellaneda nos hemos venido encontrando a diario con el fin de encontrar algo en algún momento, pero lo único que tenemos a la mano es aquel club nocturno. El investigador tenía mucha razón al decir que la información de ese hombre era limitada. A pesar de tener un buen renombre con su empresa de inversión, no hay mucho que el mundo conozca de él, su familia o su círculo.

Royce Ford solo muestra al mundo lo que le conviene. Hay muchas paradigmas y chismes a su alrededor,  pero ninguno se sabe cuán cierto es. Todo, absolutamente todo lo deja escondido bajo su manga.

—Reconsidere mis palabras. Lo mejor que podemos hacer para encontrar algo es ir directamente a ese lugar.

—No se me hace conveniente que vayas a ese lugar, Natalie — dijo, frunciendo el ceño y quitándose las gafas de sus ojos—. Es muy peligroso, más por el parecido físico que tienes con tu hermana...

—Para eso existen los disfraces, las pelucas y los pupilentes, ¿no? Pero no pienso quedarme más tiempo esperando un nada. Estoy cansada de no saber qué pasó con mi hermana. Tengo a como dé lugar encontrar a ese sujeto y hacerle pagar — rechiné los dientes—. No descansaré hasta verlo hundido y destruido tras las rejas.

El Sr. Avellaneda se levantó de la silla y se acercó tan de repente a mí, que hasta las palabras las cortó con su acción repentina. La caricia que propagó en mi mejilla aceleró mi corazón. ¿Qué está haciendo? Me pregunté, incapaz de mover, aunque sea un músculo para alejarme de él. Cerró los ojos y rodeó mi cintura con su otra mano y me acercó a su cuerpo, soltando suspiros y murmullos que se oían lejanos, a pesar de que se encontraba a solo centímetros de mí. Lo único que podía escuchar era el fuete repique de mi corazón en mis oídos, por lo que su beso me tomó por sorpresa y me transportó a un lugar de antaño e ilusión.

Sus labios se quedaron presionando los míos por largos segundos, como si tan solo con ese roce pudiera encontrar los verdaderos labios que trata de buscar en mí.

—No me gustaría perderte... no otra vez — murmuró, antes de abrirse paso con su lengua y robarme hasta la última gota de aliento con un beso profundo y apasionado.

Me vi tendida en la mesa del comedor, con él devorando mis labios y acariciando mi cuerpo con gran ansiedad. Cada vibración se prolongó por cada una de mis terminaciones más nerviosas, haciendo que mi mente quedara en blanco y me permitiera disfrutar por un momento las atenciones de un hombre como él. Hace mucho tiempo un hombre no me toca y no me besa como ahora el Sr. Avellaneda lo hace, pero sé que en su mente y en su corazón solo está mi hermana, no yo. Muy a mi pesar y con el fuego creciendo en mi interior, rompí aquel beso que supo a todo y a nada a la misma vez.

—Espere... — nos separamos y se quedó viéndome fijamente, con la respiración agitada y una mirada muy cautivadora—. Creo que se ha confundido conmigo.

—Yo... yo — se levantó rápidamente de encima de mi cuerpo.

—No diga nada. Sé de los sentimientos que guarda por mi hermana, no tiene que negarlo, tampoco soy quién para reclamarle o juzgarlo — sonreí—. ¿Seguimos con la investigación? Hagamos de cuenta que nada pasó aquí.

—Lo siento mucho — tomó su saco del respaldar de la silla y salió de mi apartamento como alma que lleva el diablo.

Capítulos gratis disponibles en la App >

Capítulos relacionados

Último capítulo