Fueron unos largos minutos el que se tomó para ducharse, arreglarse como para una fiesta, pues ella decía que no quería un embalsamiento y tampoco todo lo que ofrecía los servicios funerarios. Bastaba con el ataúd y todo lo que ella había especificado.
—Puff. Fue un baño delicioso —entró diciendo ella con una bata blanca y su cabello envuelto por una toalla, se sentó frente al tocador y me miró desde el espejo que la veía, ella ya no se iba a sentar así— ¿Quieres ayudarme o seguirás viéndome de esa manera?
Memoricé toda su habitación, sus muebles, el orden de sus peluches, la forma en que tenía todos sus productos de belleza.
Me apresuré a ayudarle musitando una disculpa, tomé la secadora y cepillé su cabello como si se tratara de una hermana menor a la que perdería.
Estar