Pov. Adrien:
El peso aplastante de la angustia persiste en mi pecho mientras salgo de la oficina, intensificándose en lugar de disminuir. Decido llamar al detective, por lo que marco rápidamente su número, y esté responde de inmediato.
— ¿Señor Hamilton? — dice la voz al otro lado de la línea.
— Si soy yo.
— ¿En qué puedo ayudarle?
— Lamento molestarlo nuevamente, pero necesito reportar una situación realmente grave.
— Claro, dígame ¿qué ha sucedido? — pregunta el detective, preocupado.
— Mi esposa ha sido secuestrada — respondo con la voz entrecortada.
— Oh Dios mío, lo siento mucho señor Hamilton, esto es desgarrador. Permítame tomar nota de lo ocurrido. ¿Ha recibido alguna comunicación del secuestrador?
— Sí, precisamente por eso le llamaba. Recibí una llamada anónima hace unos minutos. El secuestrador el cual hablaba con una voz distorsionada por algún vocoder me informó sobre el secuestro.
— Lo que me dice es muy importante. Necesito que me proporcione todos los detalles de esa