Un mes más tarde Olivia estaba sentada en casa de su padre, junto a sus hermanos estaba viendo a sus sobrinos e hijos colorear una pared, junto a su padre. Se quedó mirando los arcoíris, las flores de sus sobrinas y las patinetas y playas de sus sobrinos, luego vio el de Sergio estaba haciendo un dibujo rarísimo, abstracto según él. Onix vio a su hermana la cual lucía preocupada y rió. Las dos se vieron en silencio antes de que la joven se contagiara y le pidiera permiso para cargar a su sobrina. Olivia tomó a la pequeña Bea y le llenó de besos y amor.
—Es demasiado linda, Onix.
—Estoy enamorada de mi hija, y son peligrosos, porque a veces siento que no me importa su papá o lo que haga, solo quiero ver a esta muñeca. —Olivia le dio más besos a Bea, su sobrina más pequeña. —¿Tú y Sebastian qué tal? ¿Es oficial, están bien?
—Estamos juntos, felices
—¿Estás feliz?
—Se siente todo raro, pero, nos mudamos