El tiempo era relativo en su reino. Un año, un mes, o un minuto podían sentirse de la misma forma en su limbo personal. Así lo había creado cuando moldeó a sus hijos, carne de su carne y sangre de su sangre. En este reino fuera de los límites de la Tierra era en donde las almas de esos hijos vagaban hasta que fuera el momento de volver a la Tierra para comenzar una vez más el ciclo de la vida. Entre sus muchas funciones, Gran Madre supervisaba ese reino y las reencarnaciones, por lo que se encargaba diligentemente de enviar a esas almas de una a una procurando que las almas afines que se complementaban nacieran más o menos en la misma época de la tierra. Gran Madre caminaba entre las almas en forma de pequeñas llamas ardientes de colores y seleccionaba cada una con cuidado. Las almas confiaban en ella y seguían su voluntad. Sin embargo ahora mismo tenía dos almas problemáticas. Una se había negado a reencarnar sin importar que su verdadera pareja ya se encontrara espe
Liam. Me era extraño el internarme en este territorio caminando. Las últimas veces que estuve aquí no eran precisamente para tener una visita social, por lo que no llegué caminando. Alderik apareció muy pronto en mi camino y me observó con curiosidad. -Hijo de Alfa, ¿Has venido a pedir un nuevo favor? Yo levanté lo que tenía en mi mano y hubo silencio de su parte. No uno incómodo, sino uno de confusión. -Vamos al río. - Dije y comencé a caminar. Él me siguió poco después. Una vez en el lugar, me senté y destapé la botella. -¿Qué es? -Alcohol. -Bueno, eso puedo olerlo. - Dijo el lobo blanco inclinando la cabeza un poco. - Me refiero a qué es lo que tienes que decirme. Yo me eché a reír. -Perdona, soy terrible para esto porque nunca había tenido un amigo. -¿Amigo? Le di una sonrisa rápida y tomé un buen trago de la botella. Eso quemó horriblemente hasta el fondo por lo que hice una mueca. -Estoy perdido. - Dijo el lobo blanco. -Ya somos dos. - Dije sa
Iris. Desperté por la mañana y me encontré sola. No me refería a la falta de Liam, sino de la manada por completo. Mi primer instinto fue buscar huellas de Renegados. Gail había dicho que se encargaría de recorrer el bosque en busca de Renegados poco después de que regresáramos de nuestra misión de un duelo y un juicio. -Siendo honestos, no se necesitan muchos lobos para rastrear. - Dijo él vagamente. - Ustedes pueden tomar esas vacaciones mientras yo viajo por todos los territorios y encuentro a los Renegados que se escaparon de nuestro ataque contra Calavera. Yo estaba a punto de negarme porque él también necesitaba vacaciones, pero mi pareja le dió el visto bueno. -Regresaré pronto. - Dijo despeinando mi cabello y se fue. Yo no quería que se fuera porque después de lo de Lina él se veía muy apagado. No pregunté los detalles, pero estaba segura de que algo había pasado. Como sea, volviendo al tema, cuando por fin encontré a mi manada ellos estaban en medio de algún
Me eché a reír por nuestros problemas de comunicación. Luego me arrojé a sus brazos. Me sorprendió que en su estado me sostuviera sin caer. -Te amo, Liam. Yo, Iris Hope, te acepto como mi compañero. Nuestra manada es testigo. Él bajó su cuello enseguida, su sonrisa tonta de vuelta a su cara. Lo mordí cuidadosamente lento, pero con la suficiente fuerza para dejar mi marca. Enseguida nuestro vínculo se sintió completo. "Es preciosa, la más preciosa de las mujeres, tengo tanta suerte, la amo mucho, tiene un buen trasero... " Los pensamientos rápidos y difusos de Liam me llegaron a través del vínculo aunque dejé de morderlo. Volví a reír y le di unas palmaditas en el pecho. -Me alegro de que pienses así. Ahora, ¿Comenzamos la fiesta antes de que nuestra manada inunde el lugar? Los grandes, fuertes y poderosos machos a nuestro al rededor lloraban y le hacían competencia a Marissa. También empezó a circular el dinero. Creo que escuché algo sobre "¿Quién fue el primero en llorar?
Regresé a la fiesta y lo primero que vi fue a Liam fuera de combate sobre el suelo. Roncaba ruidosamente a pesar de que nuestros lobos bailaban y reían en círculos a su al rededor.En vez de regañarlos, me uní a ellos y juntos apostamos por cuándo se levantaría y qué tanto le dolería la cabeza.Fue una larga y divertida noche.En algún momento el lobo blanco se marchó sin despedirse y los chicos se tambaleaban por el lugar.-Patético. - Susurró Danira. - Me voy a la cama, me obligaron a venir de todas formas.La observé marcharse.No engañaba a nadie, ella también se divirtió porque no era un peso ligero con el alcohol.Marissa y los cachorros se retiraron más temprano después de liberar a las luciérnagas que habían atrapado para hacer que el arco de la ceremonia tuviera luces. Ingenioso.Así fue como yo sola tuve que arrastrar a mi pareja hasta la entrada de la cueva para subir la montaña.-Un segundo. - Dijo él antes de soltarme y correr hasta el arbusto cercano.-Ah, cómo cambian l
Déborah. -No puedes quedarte encerrada por siempre. ¿Cómo vas a encontrar a tu pareja si sigues negándote a acompañarme a las manadas vecinas? Alfa Marco, mejor conocido como mi padre, gruñó cuando le sonreí. -Ya te lo de dicho papá: Estoy bien sin conocer a nadie. Una pareja requiere tiempo y yo no tengo mucho de eso. -Ajá. ¿Qué será de la manada y de ti cuando yo muera? No me hago más joven, necesito entrenar a mi sucesor para poder irme tranquilo antes de eso. - Murmuró masajeando sus sienes. - Al menos conoce a este lobo. Su padre y yo tenemos una buena relación y, como segundo hijo de Alfa, podría trasladarse sin problema hacia aquí de inmediato para una ceremonia de unión. -Tentadora oferta, tendré que rechazarla. - Dije con suavidad. - Además, aún te quedan muchos años de vida, no sé por qué estamos discutiendo sobre una posible pareja cuando tendríamos que estar preparándonos para el invierno. Ya he calculado el presupuesto para la segunda chimenea que pondremos en l
La cabeza del Alfa Ayax rodó por la alfombra ante los ojos atónitos de todos. -Mató... ¡Mató a su padre! - Gritó una de las lobas de mi manada que sostenía mi velo. -¡Corre! ¡El yer... yerno mató a su suegro! Los invitados corrían en todas direcciones, los gritos resonaban por toda la sala. Me sorprendió ver a mi nueva pareja sacudiendo sus garras para limpiar los restos sangrientos de ellas, por lo que me quedé quieta en un primer momento. A mí lado, mi hermana menor tembló de miedo. -¡¿POR QUÉ?! ¡¿POR QUÉ MATÓ A MI PAPÁ, POR QUÉ?! -Grité en cuanto me recuperé de la impresión. El me miró con una sonrisa siniestra. -¿Por qué? No hay razón, lo maté porque quise. Jeremías se lamió la sangre de sus garras sin apartar la vista de mis ojos. -Ahora te toca a ti, mi querida Luna. Di un tembloroso paso atrás, pero no había hacia dónde correr. -¡Guardias! ¡Guardias! Grité y apreté con fuerza la mano de mi hermana. Pero nadie me contestó, todo se volvió en caos. Mi
Algo húmedo corría por mi cara. Sentía el peso de algo aplastandome. Yo... podía sentir. Creo que eso era indicativo de que no estaba muerta, ¿No es así? Entonces, era tiempo de sobrevivir. Poco a poco reuní información de mi entorno sin abrir los ojos. El sonido de algo siendo arrastrado seguido de algo al ser arrojado... y más peso sobre mi cuerpo. -¡¿Qué demonios están haciendo?! ¡Ya están muertos! ¡Háganlo más rápido! Después de un par de respiraciones lentas que me costaron toda mi fuerza de voluntad para no inhalar como si fuera mi última bocanada de aire, abrí solo un poco los ojos. Tuve que controlarme nuevamente para no gritar. Un lobo se encontraba rociando algo sobre la pila de cuerpos en la que me encontraba. La antorcha en su otra mano me dió una idea aproximada de lo que iba a hacer a continuación. -¡Más deprisa! ¡El Alfa no perdonará la vida de los holgazanes! Giré levemente el rostro y ví a un par de mujeres y hombres de mi manada que se apresuraban a cumpli