— Definitivamente no eres digno de casarte con Aimee si no sabes distinguir entre un blanco nácar y un blanco perla.
— Estoy de acuerdo pero ya las invitaciones se corrieron y también las amonestaciones — contesto Aimee rodando sus ojos — además existe el pequeñísimo detalle que lo amo.
Yo me puse a reír y Saúl miró dulcemente a Aimee, serían felices en su matrimonio y probablemente me iba a rodear de sobrinos insoportables pero que amaría con locura.
— Desde ya les digo que yo no cuido a los engendros que salgan de ustedes.
Tomé mi celular para ver la hora y me levanté de la silla, tenía que ir a la cita con el oftalmólogo y no podía llegar tarde sino me demoraría más tiempo.
— Regreso luego, salgan de mi oficina ya porque no me apetece encontrarlos follando cuando regrese.
Ellos salieron y yo cerré con llave, al llegar a la clínica fui recibido por una enfermera sumamente amable que me hizo pasar ya que no había más pacientes.
— Bienvenido señor Lund — me dijo el doctor —