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Manizales - Colombia.

Samantha se despidió de su esposo y de Norita con un par de besos a ambos, enseguida sacó del auto la silla en la cual reposaba Oscarito.

—Te llamo para que vuelvas por nosotros —le dijo a Óscar.

—Con cuidado, por favor, estaré pendiente —refirió—. Suerte —expresó con sinceridad.

—Mi padrino no muerde —bromeó Sam con su esposo y luego se dirigió a su hija—. Te portas bien —recomendó a Norita—, espero que esta vez sí pidas varios vestidos, y no un traje de gorila. —Carcajeó.

Norita sonrió.

—Fue culpa de la abuela —expuso y agitó su manita para despedirse de su mamá.

Luego que ellos se alejaron en el auto Samantha ingresó al edificio del Consorcio, subió en el elevador, y cuando llegó al piso de presidencia bajó de la cabina. Caminó directo al escritorio de la asistente personal de Carlos.

—Buenos días, necesito hablar con el doctor Duque —solicitó con firmeza.

La mujer la miró de pies a cabeza, y se quedó pensativa, intentando reconocer a la joven.

—El do
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