3.

—Hay alguien que te quiere conocer, te ha buscado por mucho tiempo... no sabes lo feliz que lo harás— por un momento me quedo sin habla, trato de pensar algo bueno que decir y gano tiempo riéndome como estúpida. 

—¿De qué hablas?, ¿quién?—, juego con mi cabello mostrándome divertida y tímida al mismo tiempo, ella parece convencerse de mi inocencia. 

—Créeme, te encantará— sonríe y abre las cortinas invitándome a pasar. 

El lugar es un poco más espacioso de lo que creía, un asiento circular rodea el espacio mientras una mesa en el centro tiene un tubo de metal saliendo de ella hasta el techo, ahí una chica está bailando de manera sexy en ropa interior mientras que hay dos hombres hablando, uno de ellos parece fastidiado, incluso molesto, talla sus ojos con su mano al mismo tiempo que el otro hombre se encarga de seguir hablando, ninguno de los dos parece poner atención en la chica que sigue bailando. 

—Mi señor, le traje algo— dice la rubia haciendo que el primero levante su mirada hacia mí, noto su interés y de inmediato mi estómago se revuelve. 

—Marian, ¿qué me trajiste?—, me ve con los ojos entrecerrados, me analiza de pies a cabeza haciéndome sentir incómoda. 

—Me la encontré allá afuera, creí que le sería agradable—, dice la chica rubia mientras veo fijamente a la mujer que sigue sin dejar de bailar, creo que nada la hará detenerse. 

Me acerco lentamente y noto que el hombre con quien habla tiene una belleza muy particular, tiene el cabello largo y negro, ambas orejas perforadas y unos ojos azules bastante llamativos, son tan claros que parecieran blancos entre más se acercan a la pupila. Su nariz es delgada y recta, sus labios también son delgados y bien delineados, cuando sonríe de medio lado se le hace un hoyuelo, es un hombre atractivo, pero algo en él me pone los nervios de punta. A su lado hay un chico de piel muy blanca, ojos verdes, pero de igual forma son demasiado claros y grandes. Ambos son sumamente atractivos y ambos se me hacen sospechosos. Veo como este hombre de cabello negro y largo camina hacia mí, con la mirada clavada en mis ojos, curioso y divertido. 

—Te hacía falta una pelirroja, ¿no?—, dice el otro hombre que se queda sentado, noto que tiene un vaso con alguna clase de alcohol en la mano. 

—Así es... necesitaba una pelirroja y Marian la acaba de conseguir— dice este hombre mientras se planta frente a mí, sus ojos me recorren por completo, se ve complacido con lo que ve. 

—Jajajaja ¿una pelirroja?, ¡Oye!, ¡Yo soy pelirroja!, tu dime... ¿en qué te puedo ayudar?—, recuerdo mi papel de tonta ingenua y trato de mostrarme, a parte, seductora, pongo mi mano en su pecho y siento el frío que despide su piel.

Pareciera renuente a mis coqueteos, al parecer mi comportamiento torpe e inocente no es de su grado, se ve molesto, harto, ¿con cuantas mujeres huecas se ha encontrado este tipo? Su amigo se pone a reír detrás de él, sabe que está molesto y parece darle gracia. 

—Kronos... Kronos... tienes siempre tan mala suerte encontrando a tus "novias" en lugares como este...— ¿Kronos?, el único Kronos que se viene a mi cabeza es el titán, el vampiro antiguo, ¿es él?

—Ceo, no quiero seguir discutiendo contigo... ¿entiendes?—, ¿tanta suerte tengo?, tengo a dos titanes frente a mí y ni una sola arma. 

Veo a Ceo muy divertido viéndolo con lástima mientras que Kronos se molesta, supongo que no era lo que esperaba. Simplemente no sé qué decir o qué hacer. Veo a Kronos regresar a sentarse junto con Ceo, si intentan atacarme no sé cómo me defenderé, aunque dudo que hagan algo así a la vista de todos, en un club que está a reventar. 

—¿Desea que me la lleve señor?—, dice Marian algo apenada mientras Kronos regresa su mirada hacia mí, por un microsegundo lo veo con el ceño fruncido, esperando, alerta, con todos mis sentidos dispuestos para pelear o correr. 

Noto que ese atisbo de perspicacia en mis ojos no pasa desapercibido, él también cambia su forma de verme, como quien ve algo que no había visto antes en donde ya se había cansado de buscar. ¡Carajo!, empiezo a reír de nuevo como la cabeza hueca que intento ser. 

—¿Llevarme a dónde?, no entiendo— mantengo la sonrisa en el rostro y juego con un mechón de mi cabello mientras espero a que hablen, Kronos entrecierra los ojos, me siento descubierta, no cree mi treta, se levanta de nuevo hacia mí con interés.

Su forma de caminar me recuerda a un felino cazando, una pantera negra acechándome a través de las luces estroboscópicas y el ruido de la música que no logra ensordecerse dentro de este apartado por cortinas.

Cuando lo tengo de nuevo frente a mí se forma una sonrisa en sus labios mientras sus ojos se quedan fijos en los míos, acerca su rostro hacia mí, con su nariz recorre el largo de mi rostro, desde mi cabello hasta mi barbilla, baja por mi cuello y termina en mi rostro, como animal en peligro de muerte no me muevo, espero a que el cazador pierda la curiosidad sobre mí, su nariz roza mi piel delicadamente y un escalofrío me recorre por completo, no siento repulsión como siempre que estoy frente a un vampiro, será que el miedo al saber que estoy frente a un antiguo me hace olvidar ese asco que me dan estas criaturas. 

Cuando termina de olfatear se separa de nuevo de mí, se queda con los ojos cerrados, como analizando todo lo que aspiró, yo solo lo veo fijamente, analizando su comportamiento. Abre los ojos de nuevo y los veo aún más claros, sabía que los vampiros cuando llegaban a cierta edad sus ojos recobraban el color que tuvieron en vida, sólo que más nítido, los vampiros más viejos son los titanes y esta es la primera vez que los veo. Se sospecha que están vivos desde antes de las cruzadas, pero no se sabe mucho, son tan ajenos incluso a su propia especie que no hay mucha información sobre ellos. 

—Esencia de rosas y... cítricos, un aroma fuerte, dulce y ácido, combinado con adrenalina, un aroma poco apropiado para una mujer tan hueca que no sabe medir los riesgos— dice en mi oído, como evitando que los demás escuchen sus palabras, su aliento frío choca contra mi piel, suelta una risa sutil. —Llévatela, no la quiero aquí— le dice a Marian mientras me vuelve a dar la espalda y regresa con Ceo. 

Me quedo con la boca abierta mientras Marian me toma del brazo con gentileza y me saca, abriendo las cortinas para hacerme pasar, volteo una última vez y noto como Kronos me ve divertido, se despide de mí con la mano antes de que las pesadas cortinas caigan y lo cubran por completo. 

—Lo siento querida... Kronos es muy exigente con su compañía— intenta ser educada mientras me lleva hacia la barra. 

Molesta y sin ganas de seguir fingiendo ser estúpida le quito mi brazo de su mano con un movimiento algo tosco. La volteo a ver fijamente de arriba hacia abajo, sus ojos granate me dicen que no es tan vieja como para ser un antiguo. 

—Descuida querida, él se lo pierde— le guiño un ojo y le doy la espalda, termino de llegar a la barra y me siento. 

Pido un trago mientras espero a que Marian se vaya, no sé qué tanto pueda escucharme, cuando me dan mi vaso lo dejo en la barra, lo giro un par de veces viendo por el reflejo como la sanguijuela rubia desaparece del perímetro. Con algo de molestia y frustración saco un pequeño audífono atorado en mi brasier, me lo coloco en el oído, es apenas más grande que un chícharo. 

—¿Escuchaste todo?—, pregunto a mi interlocutor mientras le doy un trago a mi bebida. 

—Si Cliff se entera que te dejé sola con dos titanes y desarmada... me mata— no puedo evitar sonreír con el vaso en mis labios, tiene razón. 

—¿Dónde estás?— ,le pregunto mientras veo a todos lados, intentando ver si hay más vampiros cerca. 

—Afuera, en el carro, ¿tienes algún plan?—, veo a dos hombres completamente de negro, entran y caminan lejos de la pista de baile, se ven sobrios y nerviosos, tiene guantes de látex y están manchados de sangre. 

—Sí, iré a investigar— me levanto de la barra y veo como entran por una puerta con un letrero en letras rojas sobre un fondo blanco "SOLO PERSONAL AUTORIZADO" 

—No, yo hablaba de si tenías un plan para futuro, no para ahorita— me dice Pierre con miedo en la voz, claramente sabe que estoy a punto de hacer algo peligroso. 

—Tranquilo, solo mantén el carro encendido— busco con mi dedo el pequeño botón que apaga el audífono. 

Me quito con dificultad y molestia el aparato del oído y lo vuelvo a guardar en mi brasier mientras camino hacia aquella puerta. Una vez frente a ella volteo hacia todos lados intentando descubrir si alguien me está viendo, pero parece que nadie me presta atención, abro la puerta con cuidado hay un pasillo que lleva a unas puertas dobles, tiene una ventana circular cada una, avanzo con cuidado, alerta de mi entorno, me asomo por las pequeñas ventanas y veo un cuarto con mesas de metal y todo tapizado de azulejos, pareciera una carnicería, hay ganchos de metal, poleas y sierras, ¿qué hace todo esto aquí?

Entro y no hay nadie alrededor, sigo caminando, dejando atrás la habitación de azulejos y mesas de metal, me interno en un pasillo que queda justo a la mitad, de lado derecho dos puertas gruesas de metal con un termómetro a cada lado el cual marca una temperatura de -4°C. Pongo lentamente mi mano en la manija de uno de los refrigeradores y con algo de precaución lo abro lentamente. Una ráfaga de aire helado sale de este mientras me asomo por la puerta, alcanzo a ver bolsas y bolsas de sangre, apiladas una sobre otra en anaqueles, sería difícil calcular el total de estas, pero rebasa por mucho cualquier cifra que me pueda imaginar. Cierro de nuevo la puerta y camino aún más, llego a una puerta negra de acero, pego mi oído para ver si distingo algún ruido del otro lado, pero el grosor de esta hace imposible percibirlo.

Decido abrir la puerta lentamente, el lugar parece sala de hospital, hay camillas separadas por cortinas y en cada una hay una persona en estado inconsciente con un catéter en el brazo mientras bolsas grandes se llenan con su sangre. Creo que lo mejor será que vaya por Pierre, no creo ser muy capaz de sacarlos a todos yo sola. Me doy media vuelta tan rápido para salir de ahí que no me fijo que alguien me venía siguiendo muy de cerca, choco contra su pecho y reboto hacia atrás, cayendo al suelo, cuando levanto la vista distingo que es uno de los hombres de negro que entraron aquí antes que yo, me apunta con un arma.

Intento abrir la boca, ganar tiempo, pero antes de que eso sea posible jala el gatillo, el disparo se escucha sordo y siento una punzada en el pecho, cuando busco la herida noto un dardo campaneando justo a mitad de distancia entre mis hombros, levanto una mano para agarrarlo y de una sola intención saco la aguja de mi piel, el dardo está vacío y aunque lo sostengo a una distancia corta de mis ojos empieza a volverse borroso, levanto una vez más la mirada hacia el hombre que solo me ve mientras lentamente mi cuerpo pierde las energías, la mirada se me nubla, se oscurece hasta que mi espalda vuelve a tocar en su totalidad el piso y mis parpados se cierran, se sienten pesados y poco a poco pierdo la consciencia. 

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