(POV: Ishtar)
Había pasado una semana desde el ataque.
Una semana exacta. Pero en Valtherium, los días no se contaban con números. Se contaban por silencios. Por camas vacías. Por los ecos de los nombres que ya no se escuchaban en la lista de formación.
Y por la forma en que cada uno de nosotros había aprendido a callar distinto.
La rutina había regresado. A medias. Las patrullas eran más frecuentes. Los entrenamientos, más suaves. Los instructores hablaban poco, y cuando lo hacían, usaban palabras medidas, como si temieran romper algo que todavía no sabían cómo reconstruir.
Valtherium había sobrevivido.
Pero no salimos ilesos.
*****
El comedor seguía oliendo a pan tibio y sopa desabrida, pero el ambiente era otro. Las risas eran menos escandalosas. Las miradas, más largas. Nadie hablaba demasiado fuerte. Era como si todos temieran molestar a los fantasmas que se sentaban entre nosotros.
Algunos intentaban compensar la ausencia con palabras vacías. Otros preferían fingir que no había