(POV: Ishtar)
La criatura no rugía.
Chillaba. Agudo. Inhumano.
Como si el aire mismo se rebelara contra su existencia.
Y luego, atacó.
No hubo advertencia. Ni tiempo para estrategias. Saltó desde las sombras como un proyectil orgánico: todo garras, peso descomunal y masa deformada. Adriian dio un paso al frente por puro instinto, sin activar su Orvium.
No podía.
Ninguno de nosotros podía.
Las reglas eran claras:
Sin poderes. Sin armaduras. Solo lo que trajéramos encima.
Y lo que teníamos… no era suficiente.
Adriian interceptó al híbrido con un puñetazo directo al rostro. El golpe fue seco, potente, y por un segundo pensé que lo había derribado.
Pero no.
El monstruo giró sobre sí mismo como un animal entrenado para matar, y lo contraatacó con una patada en el estómago que lo lanzó varios pasos hacia atrás. Adriian apenas se mantuvo en pie, con el ceño fruncido y los labios apretados.
—No va a ser fácil —murmuró con voz baja, más para sí que para nosotros.
Harold reaccionó al instante.