PARTE CINCO: PUEDE SER AMOR
CAPÍTULO OCHO
Y mientras en la casa de otra de las familias más importantes en ese país, la señora Lourdes de Luna ya casi terminaba de arreglarse, En nombre de su esposo es que ella iría a aquella celebración pues por lo poco o mucho que ella sabía, su esposo realmente llegó a trabajar con él antes de su muerte. Era lo mínimo que ella podía hacer.
Dos toques en la puerta de su habitación.
—Adelante —autorizó ella terminando de maquillarse.
— ¿Ya estás lista, mamá?
—Sí, eso creo.
— ¿Cómo me veo? —Preguntó Mandira.
La señora Lourdes volteó a ver a su hija. Estaba de más decir que ella se veía casi perfecta.
Y es que la verdad Mandira no parecía tener la intención de cambiar no su estilo, ni las cosas que hacía, n la manera en que ella se divertía ni mucho menos el pensamiento que tenía respecto a la vida que quería llevar. Ella, a diferencia de mucha gente no buscaba casarse, según ella los matrimonios eran demasiado desgastantes, todo lo que ella