Jake miró aquella silla por un instante, pero terminó sentándose en ella. Ser interrogado por Katerina Orlenko no era asunto gracioso, solo esperaba que no le apuntara también aquella pistola a la cabeza.
—No te defiendes mal —murmuró ella—, pero estando en la situación en la que estás, deberías acostumbrarte a cargar a tu mejor amigo.
Jake arrugó el entrecejo sin entender y Katerina se palmeó el arma con una sonrisa displicente.
—El perro es el mejor amigo del hombre y la pistola la de la mujer. No hay que alimentarlo, ni sacarlo a pasear, te defiende cuando lo necesitas y no te orina los muebles.
—Mejor dicho imposible —declaró Jake—. Me aseguraré de conseguirme una de esas.
—Te diría que tengo el presentimiento de que las cosas se van a poner difíciles a partir de aquí, pero la verdad es que no me guío por los presentimientos. Hace un año que estoy observándolo todo, y hasta ahora me había mantenido al margen… pero acabo de recuperar a mi h