Podía estar cayéndose del sueño, y aun así Jake fue más rápido que Nina. Acababa de verla, no hacía ni diez minutos que acababa de ver a su hija. ¡No podía haberle pasado algo!
Pero aquel mensaje les había puesto el corazón en la boca a los dos:
«Tu hija no está a salvo bajo tu mismo techo».
Le sacó al menos cuatro metros de ventaja a Nina, derrapó frente a la puerta del cuarto de Victoria y entró como un huracán.
Dos segundos después Nina llegaba, para verlo levantar a Victoria de su cunita, abrazándola y moviéndola para que se despertara. La niña empezó a llorar por aquel sueño interrumpido, pero eso solo hizo respirar aliviado a Jake mientras la apretaba contra su pecho.
—¡M@ldición! —gruñó por lo bajo.
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