Lo primero que perdió fueron los stilettos, porque sobre esos no se podía correr bien, y Nina iba con el vestido levantado, que parecía que volaba atravesando la mansión y luego los jardines, mientras Kolya y Eric corrían tras ella.
Nina confiaba en su hermano, por supuesto que sí, pero después de todo Mateo de Navia había desarrollado aquella tecnología, y si alguien la conocía a la perfección era él.
—¡Mateo! —exclamó acercándose a él en cuanto lo vio, conversando con su madre y con el resto de los De Navia—. ¡Dime qué es esto! —pidió entregándole la tableta y Mateo arrugó el ceño al ver los valores.
—Cortisol y oxitocina… picos altos e intermitentes. ¿Quién es el infeliz al que están torturando? —murmuró y Nina se puso todavía m&aacu