La cara de Andrea se volvió roja desde la nariz hasta la raíz del cabello. Si algo había hecho perfectamente bien Alexander era decirme que le ocurrió lo mismo que a mí y eso lo usaría en su contra.
—Supongo que lo dices por experiencia propia, ¿No? Así que dime, ¿Por experiencia lo dices? —Repetí nuevamente.
Andrea apretó las manos en puños, se paró erguida y asintió.
—Creí que no sabías algo como eso, no fue mi intención molestar…
—¡Claro que lo fue! No tenías por qué hacerlo sabiendo que pasaste por eso, pero de todos modos lo hiciste —replique—. No entiendo que ganas con eso, con tu comportamiento y tampoco sé qué esperas.
—No… yo solo quiero ver a mi hijo feliz y te estimo mucho… pero no quería verlo con un hijo sin estar antes casado.
Esas palabras se me hicieron egoísta. Aunque no me sorprendió considerando el tipo de educación que le había dado a Alexander. Era tan abrumador que ni siquiera él quería estar cerca de ellos antes que yo llegara a su vida. Había escuchado del coci